Inglaterra había sufrido un ascenso de criminalidad desde finales del siglo anterior, lo que incidió en las penas vinculadas a los delitos contra la propiedad, aumentando los tipos penales que conllevaban pena de muerte - el llamado Bloody Code -. Daniel Defoe muestra esta realidad en ‘Moll Flanders’. Los hampones sabían que se jugaban el tipo, y por eso tenían que ser más duros. Pronto fue vox pópuli que no solo había que temer a los rateros, sino también desconfiar de la policía corrupta y de determinados ‘bienhechores’ que, aprovechándose de la candidez de las buenas gentes, se llenaban los bolsillos a manos llenas. Durante las primeras décadas del siglo XVIII, en Londres había auténticas redes de crimen organizado, y el peor criminal de todos, que en los años veinte se haría célebre al destaparse su tinglado, fue Jonathan Wild. El propio Defoe documentó sus hazañas, como ya comentamos en otro post, y ahora vuelve a aparecer por aquí de la mano de Henry Fielding, solo que de un modo muy distinto.
The History of the Life of the Late Mr Jonathan Wild the Great fue publicada en 1743 como injerto dentro de otra obra mayor, Miscellanies, aunque posteriormente se haya divorciado para ser reconocida con entidad propia. Haciendo caso a su autor, debemos definirla como novela épico-burlesca, un subgénero satírico del que Fielding se proclama pionero, al menos en prosa, pues bebe de la poesía clásica.
A diferencia del texto de Defoe, que vendía la narración fidedigna de los hechos, Fielding utiliza unos pocos datos verídicos de la vida de Wild para vendernos un producto de ficción autoconsciente, que pretende trascender el interés de una vida particular para elevarse al arquetipo universal, siguiendo el canon clásico. Un siglo antes del arquetipo de anti-héroe que tendría a Napoleón como modelo, Fielding retrató a su Jonathan Wild con satíricas referencias a Alejandro Magno y a César, personajes que el autor detestaba. Una posible pregunta que nos hace Fielding vendría a ser: ¿a qué tipo de figuras ha engrandecido la Historia? La sátira épico-burlesca de Fielding juega a invertir los conceptos morales, entre los que destaca el de ‘grandeza’: Wild es grande en cuanto representa el mal personificado, el depredador de todo lo que le rodea, carente de cualquier tipo de escrúpulo; en contraste con él, Heartfree y su mujer representan todo lo contrario.
La lectura crítica de ‘Jonathan Wild’ en desprestigio de la convencional noción histórica de ‘grandeza’ es evidente; el ataque hacia el entonces exministro Robert Walpole quizás no lo sea tanto para nosotros, pero fue igualmente claro en su época. Más interesante es el profundo objeto de la sátira, que no es otro que las gentes que se dejan engañar por los líderes manipuladores, los maestros de marionetas que destacan en cualquier escalafón social, desde el hampa hasta la política. Visto así, el mundo se divide en dos tipos de personas: quienes engañan necesitan a quienes se dejan engañar.
Si algo me agrada en especial de la obra es su voz narradora, que me recuerda en cierta forma a la de Swift, con el recurso añadido, más moderno, de romper de tanto en tanto la cuarta pared para hablar directamente con el lector. Es aquí donde mejor brilla el estilo de Henry Fielding. A pesar del tono exageradamente ácido de la sátira, debido a la corrupción que emana de su protagonista, me he reído más de una vez con las ocurrencias narrativas, como en ese capítulo en el que el autor no deja de justificarse por lo corto y absurdo que es el capítulo en sí; o como aquel otro del cuarto libro, donde lleva las sátiras de los libros de viajes hasta escenas hilarantes. No, este no es el libro adecuado para informarse acerca del Jonathan Wild histórico: cojan si quieren un libro de Historia o acudan a Defoe. Lo que hace Fielding es otra cosa, y bienvenida sea.
Permítame que le diga, aunque la idea pueda sonar un tanto vulgar, que prefiero estar en la cumbre de un estercolero que a los pies de una colina del Paraíso.
Este Jonathan Wild me ha hecho recordar a Dick Turpin un personaje que ha pasado al mundo de nuestras lecturas infantiles, a las series de televisión y a los comics.
ResponderEliminarEra el tal Dick Tur`pin una especie de Curro Jiménez pero sin franceses y también de principios del siglo XVIII.
Pensando en este como en la mítica figura de Robin Hood o de otros proscritos parece que hay un interés en la lityeratura británica por personajes al margen de la ley.
Saludos
Conozco al personaje, aunque no he leído la obra que forjó su mito. Yo diría que la literatura británica, hablando en general, ha mostrado una querencia particular por el sensacionalismo criminal, y ya en el s. XVIII abundaban las vidas de criminales ilustres, ahí te doy la razón. Ahora bien, el Dick Turpin que nos ha llegado, y que como dices está relacionado con Robin Hood o con nuestro Curro Jiménez de la serie de TV, pertenece a un tipo muy particular de proscrito: el bandido romántico decimonónico que se ''echa al monte'' y, aunque criminal, persigue una causa justa. La influencia de Schiller es esencial, y en buena medida también la de Walter Scott y otros autores en Inglaterra; los rusos harían lo propio con sus cosacos. El 'Jonathan Wild' de Fielding, al ser muy anterior, es completamente distinto: Fielding desprecia a su anti-héroe. La obra fue bastante atípica en su momento.
EliminarSí, en la literatura en general lo criminal siempre ha tenido su tirón. Muchos romances de ciego eran historias de asesinatos truculentos, y hoy en día está en todas las estanterías de las librerías. Ese intento de comprender el lado más sórdido de la condición humana es el que las anima. Si, como es el caso, se le añade crítica social o analisis psicológico suelen ser novelas interesantes, si no se queda en mera casquería.
ResponderEliminarTienes razón, Chafardero: ese tirón popular por la violencia y el crimen es bastante universal. Luego, cada país ha tenido su idiosincrasia, e Inglaterra tiene sus acentos propios.
EliminarDe todas formas, esta novela de Fielding es otro asunto: no pesan las escenas violentas tanto como las acciones inmorales del protagonista, que se aprovecha de todo y de todos. Es una sátira cargada de humor negro.