martes, 29 de octubre de 2024

El nombre de la rosa. Umberto Eco

 

Beato de Liébana. Códice de Fernando I y doña Sancha.



Aunque conocido por el gran público por su trabajo en la ficción, es necesario recordar que Umberto Eco fue sobre todo un ensayista, un filósofo experto en semiótica y en estética. Como novelista, siempre se consideró a sí mismo un aficionado, un juicio humilde para alguien que sabía valorar la literatura. Gustaba de ver a través de las imágenes, y de imágenes está llena su primera novela, en la que reunió todos los temas que le interesaban, hasta el punto de afirmar, tras su publicación, que no necesitaba escribir mas ficción, idea de la que luego tuvo que desdecirse.

Hay libros a los que uno no necesita volver, porque siempre los lleva consigo; eso me pasa con el que nos ocupa, que sin embargo releo cada pocos años. Creo que alguien, alguna vez, comparó esta novela con una cebolla que tiene distintas capas de profundidad: en la superficie se encuentra la trama policíaca, envuelta en cierta atmósfera gótica, aunque por lo demás no tenga nada que ver con el género. Profundizando un poco encontramos los auténticos temas de 'El nombre de la rosa', que van desde la ciencia hasta la política; la filosofía, en suma. Podría ejemplificar la teoría de Eco acerca de la obra abierta, dando cabida a distintas lecturas, o a todas ellas juntas, recorriéndose como el laberinto que materializa la propia alegoría del conocimiento humano. Prefiero, sin embargo, ver en ella unas pocas ideas rectoras. A partir de aquí, advierto al lector que no haya leído la novela que destriparé algunos de sus secretos.

'El nombre de la rosa' es, al menos hasta cierto punto, una ficción nominalista; ya dediqué una entrada a la génesis de esta corriente filosófica en la Edad Media. Con la negación de los universales, el personaje Guillermo de Baskerville - alter ego de Guillermo de Ockham, felizmente unido a la creación de Conan Doyle - razona con escepticismo epistémico y una fuerte sospecha hacia todo esencialismo. El mismo título de la novela, aunque ofrezca varias lecturas, se inspira en el nominalismo. 

Así nos encontramos, por un lado, la trama política, centrada en la disputa histórica entre el papado de Aviñón y el Imperio, al igual que la orden franciscana y los distintos grupos heterodoxos que orbitaban a su alrededor. Porque también las disputas religiosas pueden ser leídas en clave política, y cada actor defiende sus propios intereses en el juego de poder. Guillermo es franciscano, y como tal defiende la pobreza del clero, pero asimismo ejerce de embajador a favor de los intereses del emperador, solo para frenar las pretensiones del papa Juan XXII. Su posicionamiento es, por tanto, pragmático y finalmente desencantado, pues la experiencia lo ha llevado a recelar de todos los bandos en pugna. En último término, la diferenciación de matices llevará al personaje a rechazar toda pretensión de verdad universal, pues toda verdad así defendida contiene el riesgo de ser defendida con fanatismo. 


- Pero ¿quién tenía razón¿ ¿Quién tiene razón? ¿Quién se equivocó? - pregunté desorientado.

- Todos tenían sus razones, todos se equivocaron.

- Pero vos - dije casi a gritos, en un ímpetu de rebelión -, ¿por qué no tomáis partido¿ ?Por qué no me decís quién tiene razón?

Guillermo se quedó un momento callado, mientras levantaba hacia la luz la lente que estaba tallando. Después la bajó hacia la mesa y me mostró, a través de dicha lente, un instrumento que había en ella:

- Mira - me dijo -. ¿Qué ves?

- Veo el instrumento, un poco más grande.

- Pues bien, eso es lo máximo que se puede hacer: mirar mejor'.

Los protagonistas no caen, pese a todo, en un relativismo radical; el posicionamiento se sostiene en unos principios basados en el uso de la razón, sin olvidar asimismo la compasión. Gran conocedor del periodo, Eco es riguroso a la hora de abordar los aspectos doctrinales de las distintas herejías, pero cabe, si se quiere, una lectura más actual al pensar, por ejemplo, en las disputas ideológicas del siglo pasado, con sus propias herejías; esta lectura alternativa soporta las ideas desplegadas en la novela.

'En este momento se arrojan bombas contra los tranvías de Argel. Mi madre puede hallarse en uno de esos tranvías. Si eso es la justicia, prefiero a mi madre'. 

Seguro que conocen esta cita, que me excusarán de haber injertado aquí; se trata de la famosa frase de Albert Camus en el contexto de las revueltas argelinas. Mientras Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, estrellas de la intelligentsia francesa en su tiempo, defendían la resistencia armada como medio revolucionario, Camus supo mantener una postura crítica, que lo llevó a ser vapuleado por los puristas ideológicos. Sartre lo acusó de moralista, de blandengue y, lo que era aún peor en aquella época, de no ser un intelectual comprometido. El desencuentro entre ambos había comenzado mucho antes, cuando Camus se atrevió a criticar las políticas de la URSS. Por eso Sartre rechazaría más tarde el Nobel que antes había aceptado Camus, y en su pureza se consideraba superior. 

En 'El nombre de la rosa' planean personajes históricos como Dulcino, Ubertino da Casale, Michelle de Cesena o Bernardo Gui, cada uno con su propia pureza ideológica. La pureza del santo se acerca a la del heresiarca; la moral del inquisidor, seguro de su compromiso justiciero, se iguala a la del sangriento criminal. Para referirse a estos excesos, cuando son desmedidos, Eco utiliza el pecado capital de la lujuria, que aplica a casos muy diversos: la lujuria por las gemas del abad, la lujuria por el conocimiento de Bencio, solo motivada por el orgullo intelectual, la lujuria por la justicia de Bernardo Gui...

'Sí, hay lujuria en el dolor, así como existe una lujuria de la adoración e, incluso, una lujuria de la humildad. Si los ángeles rebeldes necesitaron tan poco para transformar su ardor de adoración y humildad en ardor de soberbia y rebeldía, ¿qué habría que decir de un ser humano? Pues bien, ya lo sabes, eso fue lo que descubrí de pronto cuando era inquisidor. Y por eso renuncié a seguir siéndolo. Me faltó coraje para hurgar en las debilidades de los malvados, porque comprendí que son las mismas debilidades de los santos'.


Mapa de la abadía ficticia del siglo XIV.


Por otro lado, el núcleo de 'El nombre de la rosa' tiene como objeto el conocimiento. La enorme biblioteca abacial es un laberinto porque representa el saber humano, donde es fácil perderse y caer en las trampas que distorsionan lo que creemos conocer. El abad custodia ese baluarte como una fortaleza, para evitar que los iniciados puedan sondear en conocimientos ocultos. En sus anaqueles se mezcla la verdad con la mentira, pues incluso la mentira puede alumbrar, al que sepa leerla críticamente, en el camino de la verdad.

Mientras el objetivo del inquisidor Bernardo Gui es buscar las pruebas para condenar a los sospechosos, de cara a obtener culpables, reforzando así su sesgo de confirmación, Guillermo se propone el objetivo contrario: negar todo sesgo cognitivo, toda falacia argumentativa, para llegar a la verdad; desconfía de sus propios prejuicios y de los silogismos que partan de premisas burdas. Como buen nominalista, evita deducir a partir de premisas mayores, y en su lugar abduce a partir de la experiencia singular; observa y distingue cada dato por separado, imaginando a partir de ellos múltiples hipótesis explicativas, sin descartar en principio ninguna. Se escucha la voz del semiólogo cuando Eco hace hablar de Guillermo de los signos que remiten a otros. 

La impenetrable biblioteca nos deja una alegoría magistral. Tras haberse perdido en ella previamente, Guillermo renuncia a volverse a internar en el laberinto antes de estudiarlo desde fuera. Para ello, recorre su perímetro exterior haciendo que Adso tome notas y esboce un plano figurativo, al que aplican también el aporte matemático; gracias a ello consiguen obtener una aproximación fiel de los secretos del laberinto. La alegoría representa el trabajo del científico para desentrañar los secretos de la naturaleza. No podemos ver un átomo, pero Dalton ideó un modelo atómico hace más de doscientos años; el modelo de Dalton fue rechazado y perfeccionado por Lewis, y luego por Rutherford, más tarde por Bohr... La ciencia se equivoca, pero avanza en pos de la verdad, ideando modelos explicativos que nos permiten ver lo que de otro modo no veríamos, y así orientarnos en el laberinto.

Si Bernardo Gui representa la antítesis de Guillermo en cuanto al método de investigación, Jorge de Burgos es su antítesis en cuanto a los objetivos del saber; en realidad, Jorge es la verdadera némesis filosófica del fraile británico. Decíamos antes que el abad custodia la biblioteca como una fortaleza, pero quien de verdad la controla en la sombra es el español que, como minotauro del laberinto, pretende hacer del saber una materia reservada. Dotado de una vasta cultura, que su ceguera no ha impedido, Jorge es un personaje basado en buena medida en Bernardo de Claraval, aunque es sabido que Eco quiso homenajear asimismo a Jorge Luis Borges, de quien toma el nombre y la discapacidad visual. 

Usando el concepto del autor, podríamos decir que Jorge es un apocalíptico, un pensador que desconfía de todo cambio y niega la posibilidad al progreso; para él, la función del bibliotecario es custodiar el saber, impidiendo su difusión, y rechazando toda innovación como un peligro potencial. Por el contrario, Guillermo de Baskerville se declara seguidor de Roger Bacon, pensador franciscano del siglo XIII que, adelantándose a Da Vinci y al Renacimiento, imaginó máquinas increíbles construidas por el hombre; la ciencia y la técnica aplicadas al progreso y el bienestar de la humanidad.


Aristóteles contemplando el busto de Homero (detalle). Rembrandt, 1653.

Guillermo plantea numerosas hipótesis, pero su prudencia le salva del error de agarrarse con fuerza a ninguna, y solo así, a través del error, termina dando con la clave. Lo que complica su indagación es que los múltiples crímenes que se suceden en la abadía son ejecutados por diferentes motivos, aunque el hilo que une la madeja sea en realidad un libro. El códice escondido encierra varias obras dedicadas al humor, escritas en distintos idiomas, y termina con la joya más preciada: el segundo libro de la Poética de Aristóteles, uno de las obras perdidas de la antigüedad. ¿Por qué Jorge de Burgos considera ese libro tan peligroso, hasta el punto de considerarse a sí mismo la mano de Dios que debe castigar al monje que pretenda leerlo?

Al contrario que Platón, que reservó su pensamiento profundo a la enseñanza oral en la Academia ateniense, por desconfiar de la escritura, Aristóteles defendía la escritura e hizo públicas sus mejores obras. La ironía histórica es que el tiempo conservó los Diálogos platónicos pero terminaron perdiéndose todas las obras del Areopagita destinadas a la publicación, exceptuando los apuntes de clase que copiaron sus alumnos; conservamos listas de obras perdidas de Aristóteles que así lo atestiguan. A pesar de ello, esos apuntes de clase fueron copiados a través de los siglos, tanto por los árabes como por los latinos, conformando lo que hoy conocemos como la obra aristotélica conservada. 

Con el permiso de Platón, Aristóteles es el pensador más influyente de la historia de Occidente, hasta el punto de que, en la Edad Media, se le conocía simplemente como 'el Filósofo'. En vida, su afán era que el conocimiento debía progresar, y que otros debían refutar asimismo su obra en el futuro; tristemente, ya entrada la Edad Moderna, el aristotelismo terminó dando la espalda al objetivo del maestro, y su ciencia quedó fijada como un saber del que no se podía dudar. Tan importante era Aristóteles que, cuando Bacon, Galileo o Descartes quisieron arremeter contra la filosofía y la ciencia anterior, tuvieron que encararse directamente con él. Creador de la taxonomía, padre de la lógica, fundador de la ética como disciplina, de la política, la física, la metafísica, la zoología y un sinfín de escritos que hoy incluiríamos en el terreno de la biología, Aristóteles fue el gran maestro que llegó progresivamente a la Edad Media, según iban traduciéndose sus obras, y con no pocas reticencias. No solo se ocupó de la ciencia; también se ocupó del arte, de la tragedia griega, que conservamos, y también de la comedia, y este es precisamente el libro perdido que Jorge rociará con veneno como trampa para destruir al curioso que pretenda leerlo. Leamos sus razones:

'Porque era del Filósofo. Cada libro escrito por ese hombre ha destruido una parte del saber que la cristiandad había acumulado a lo largo de los siglos. Los padres habían dicho lo que había que saber sobre el poder del Verbo y bastó con que Boecio comentase al Filósofo para que el misterio divino del Verbo se transformara en la parodia humana de las categorías y el silogismo. El libro del Génesis dice lo que hay que saber sobre la composición del cosmos, y bastó con que se redescubriesen los libros físicos del Filósofo para que el universo se reinterpretara en términos de materia sorda y viscosa...'

Esta es precisamente la disputa que enfrentó a Pedro Abelardo y Bernardo de Claraval en el siglo XII, y la que enfrentó en el siglo siguiente a los agustinianos con Tomás de Aquino: el aristotelismo fue llegando y arrasando con todo, y los escolásticos tuvieron que hacer filigranas para hacerlo compatible con la ortodoxia y las Sagradas Escrituras, igual que había sucedido en el mundo intelectual islámico. Para el personaje Jorge de Burgos, el remate final sería que se divulgase el segundo libro de la Poética de Aristóteles, hoy perdido, porque se ocupaba de la comedia. El dogmático es permisivo con las chanzas del pueblo llano, pero no tolera que el sabio utilice el humor, porque si éste alcanza a reírse de los saberes sagrados, todo puede ponerse en duda. El humor sirve como antídoto de la gravedad, y puede ser usado como crítica. Jorge de Burgos no se reía, como tampoco se ríe ningún purista ideológico que se toma demasiado en serio su propia verdad.

No les entretengo más. Poco más querría decir aquí acerca de este best-seller, para mi es una obra maestra del pasado siglo, aunque aún contiene más temas de los que podría hablarse. 'El nombre de la rosa' no solo tiene valor como novela histórica, sino que esconde multitud de referencias eruditas, dejadas en el camino, para quien sepa encontrarlas y se ría con ellas. Por ejemplo, Eco incluye, sin mencionarlos, a Freud y a Wittgenstein, haciendo pasar a este último por un místico alemán de su tiempo. Si les interesa la filosofía, esta novela está escrita para ustedes; si además gustan del periodo medieval, esta novela se volverá puro disfrute y, como a mí, les acompañará siempre. 


Umberto Eco, El nombre de la rosa. Círculo de lectores, 1980. Traducido por Ricardo Pochtar.

'¿Dónde está hoy Régulo y dónde Rómulo y Remo? Esa Roma de los orígenes solo existe por su nombre y sólo conservamos nombres vacíos. 

Bernardo de Cluny. Siglo XII

'Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus (De la rosa sólo nos queda el nombre)

Umberto Eco, El nombre de la rosa

8 comentarios:

  1. Hace mucho que leí la primera y quizás la mejor novela de Eco. Como todas las grandes obras, tiene muchos niveles de lectura, desde la trama detectivesca, la vida monacal, el contexto histórico o las implicaciones religiosas o filosóficas. A mí en particular me gusta lo vivo que resulta en la novela la efervescencia religiosa de la época, con todas aquellas sectas en poder de la verdad absoluta, y la Iglesia sobreviviendo a todas ellas. Y en el centro, la gran biblioteca, porque el saber es poder, y creo que ese es el cogollo de la obra. Y el poder de la palabra escrita. En fin, un modelo a seguir en la novela histórica.

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    1. Suscribo tu comentario: el saber es poder, efectivamente. El abad custodia la biblioteca para la orden benedictina y como propiedad de los aristócratas a quienes pertenece. Precisamente el abad de la novela es retratado como un personaje mediocre, cuyos méritos se basan solo en su noble cuna. Hasta la ubicación de la biblioteca, en el piso superior del enorme edificio que en el pasado fue una fortaleza, es muy elocuente. Luego tenemos a Jorge de Burgos y el afán oscurantista que rechaza la divulgación del conocimiento y la investigación.

      Es verdad que, como best-seller, El nombre de la rosa ha sido muy influyente en la ficción posterior y en el auge posterior de la novela histórica. Aunque por desgracia también influyó en el surgimiento de ese subgénero que estuvo muy de moda, el de la novela de conspiraciones históricas, con 'El código Da Vinci' de Dan Brown como ejemplo.

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  2. Pues no la he leído, no señor. Cuando empecé a estudiar italiano mi hermano me regaló la novela en su lengua original, pero claro, me era inaccesible y sólo leí fragmentos. Y el caso es que tampoco la leí en español. Siempre he pensado que sería muy erudita y compleja y por eso siempre la he ido dejando "para otro momento". El caso es que el año pasado estuve en Turín y visité la Sacra de San Michele, que es, como sabes, la abadía en la que se inspiró Eco para su novela. Me fascinó la abadía y su entorno, y volví enamorada de Turín y con la determinación de leer por fin El nombre de la rosa. Pero leí El cementerio de Praga, que tiene mucho que ver con Turín, y la rosa quedó nuevamente en espera. Aunque siempre presente. Quién sabe si esta excelente entrada tuya no será una señal... ;)

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    1. Qué suerte - o mejor dicho, qué mérito - tenéis los que sabéis idiomas. No he estado en Turín, y por supuesto algún día querría visitar la Sacra de San Michele. Tampoco he leído El cementerio de Praga, aunque tengo el libro desde hace algunos años, esperando su turno.

      Creo que te gustaría mucho El nombre de la rosa. Es verdad que contiene muchas referencias eruditas, sobre todo de la tradición filosófica, pero más allá de eso no es un libro complejo, y siempre puedes buscar información sobre las referencias que desconozcas si tienes curiosidad. Lo único que siento es haberte destripado (ya habrás visto que he dejado un link a una entrada de tu blog en el que hablas de esto) el corazón de la trama, que de todas formas igual conocías por la película, pero puedes hacer un ejercicio de olvido, cuando decidas leerlo, para disfrutarla desde cero.

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    2. Es verdad, claro que vi el link, y lo primero que quería era darte las gracias, pero me centré en el texto y después en el comentario y se me pasó.

      No te preocupes por el destripe; en efecto, conozco la historia por la película y además tengo mala memoria, así que no hay problema.

      Gracias de nuevo por el enlace :)

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    3. No te lo decía para que lo agradecieses, solo me acordé de ello por causa de este inevitable ''destripe'' :P

      Me alegro que no te importe; de hecho, en este caso no supone mayor problema, porque cada capítulo se saborea muy bien. Y aparte, como dices, era casi inevitable que conocieras la película. Ya me dirás, cuando sea, sin prisa, qué te parece la novela.

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  3. Como siempre, has hecho un verdadero tratado sobre esta estupenda novela, profundo, minucioso y muy acertado, enhorabuena! Hablar de esta novela sin hacerlo de la película homónima es imposible, por muy alejadas que estén una de la otra y lo que limita el propio lenguaje cinematográfico, creo que la película de Annaud y sobre todo Sean Connery sirven de digna ilustración a esta gran novela. La novela es densa, muy densa, pero es verdad que se disfruta mucho, sobre todo intentando desentrañar todos los código, y guiños referencias que Eco escondió entre sus líneas y tu mencionas. En realidad es una especie de libro matrioska, porque no sólo es una brillante exposición filosófico /histórica con el teocentrismo medieval de fondo, en medio del cual se despliega la disputa entre el papado y el emperador con sus defensores acérrimos ... Las controversias entre los espirituales y el Papado, la doctrina de la pobreza apostólica fundamental para los franciscanos, Guillermo lo era, pero considerada dudosa y posiblemente herética tanto por el Papado como por los dominicos. Además de todo esto, toma la forma de una novela de suspense bebiendo Eco de Conan Doyle, sin ninguna, no sólo con la referencia a su novela el perro de Baskerville con el apellido del protagonista , es como House jaja sin duda tb Holmes es Guillermo de Baskerville ( recreación del otro Guillermo, el de Ockham) interpretado por Connery y a la búsqueda y captura de las pruebas para desentrañar el enigma de los asesinatos. Desplegando esa nueva forma de pensamiento, que logrará su punto más álgido en la modernidad. Ese pensamiento ya no se construye sobre la autoridad, ni la revelación y los dogmas, sino sobre los argumentos racionales elaborados a partir de las pruebas obtenidas empíricamente. Toda la ciencia moderna aparece prefigurada en Guillermo y su particular modo de investigar los asesinatos de la abadía. Esa abadía que contiene esa increíble biblioteca, recreada en su propia configuración laberíntica como la recreada por Borges en su maravillosa obra “ la biblioteca de Babel” y él mismo, en Jorge de Burgos, ambos ciegos, “venerables en edad y sabiduría”, ambos de lengua natal española.. en fin, tú lo has explicado de maravilla largo y tendido en esta estupenda entrada que te agradezco muchísimo y aunque tendría que respirar hondo, porque no es una novela en absoluto fácil, es de las que requiere dedicación y esfuerzo, casi dan ganas de volver a abrir sus páginas gracias a tu entusiasmo. Mil gracias RODIÓN, me ha alegrado mucho volver, no lo hice hasta ahora, porque además de que dejé los blogs una temporada larga, creí que te había cansado con mis rollos : ) Otro abrazo tb aquí!

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    1. Yo también creo que la película fue una adaptación magistral, con una ambientación muy lograda, y la tengo tan vista que me la sé de memoria, pero aunque sean lenguajes distintos, para mí este es uno de esos casos en los que la comparación es odiosa, porque la película simplifica demasiado todo lo que hace grande a la novela, quedando la trama y algunas de las ideas principales al desnudo. De todas formas, es muy buena película.

      Dices que ''toda la ciencia moderna aparece prefigurada en Guillermo y su particular modo de investigar los asesinatos de la abadía''. Totalmente de acuerdo. Guillermo es el nominalista, pero también el protocientífico, y personifica asimismo el paso a la ciencia moderna. Aunque Eco conocía a la perfección los usos medievales y su mentalidad, realiza un juego muy bonito que sabe llevar algo de la mentalidad más moderna a la de aquellos tiempos, acercándonos a ella sin que el resultado parezca impostado.

      Lo de Borges tiene miga, sí. Como digo en la entrada, Eco se inspira claramente en Bernardo de Claraval para el personaje de Jorge de Burgos, y esto es algo que para mí fue en su día un feliz descubrimiento, al acercarme a la figura del propio san Bernardo, aunque también lo haga explícito en la propia novela. Pero la otra inspiración fue sin duda Borges, con sus muchos cuentos y poemas sobre laberintos y bibliotecas, y quizá también por su imagen de venerable guardián de los libros.

      No me cansas con tus ''rollos'', como tú dices. Gracias por el comentario, María.

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