El libro en cuestión es Stoner, una novela que en su momento se publicó sin ruido y pasó a engrosar el limbo de los libros olvidados. Su autor, John Edward Williams, murió en la década de los noventa dejando unas pocas obras escritas y una trayectoria como profesor de literatura en la universidad de Denver; en vida recibió alguna que otra distinción y disfrutó de un moderado reconocimiento, pero no vivió lo suficiente para ver cómo la novela que nos ocupa, de tintes autobiográficos, era redescubierta y promocionada por la industria editorial. La prensa y el boca a boca hicieron el resto.
¿De qué trata Stoner? La respuesta corta vendría a decir que trata de la vida del ficticio William Stoner, un hombre que nace en 1910, ingresa en la universidad de Misuri y acaba siendo contratado en la misma facultad donde estudió, hasta su muerte acaecida en 1956. Todos estos datos nos son ofrecidos en el comienzo, donde el autor realiza un seco repaso a los hechos objetivos que han definido a ese tal Stoner, sin emoción ni epitafio alguno. El finado fue sencillamente una persona que trabajó en la universidad de Misuri y, por lo que parece, pasó sin pena ni gloria por dicha institución, con una existencia tan gris como la de cualquier otro.
' Un estudiante cualquiera al que le viniera a la cabeza su nombre podría preguntarse tal vez quién fue William Stoner, pero rara vez llevará su curiosidad más allá de la pregunta casual. Los colegas de Stoner, que no le tenían particular estima cuando estaba vivo, ahora raramente hablaban de él; para los más viejos, su nombre era un recordatorio del final que nos espera a todos, y para los más jóvenes es meramente un sonido que no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad con la que ellos pudieran asociarse ni a sí mismos ni a sus carreras'.
Esta es la conclusión de la vida de la gran mayoría de personas que pasan por este mundo. Una vez sabido lo que nos espera, comienza John Williams a contarnos con voz omnisciente lo que ya nadie recuerda, recorriendo paso a paso la vida de este profesor, que acabaremos conociendo bien. Como hijo de campesinos casi analfabetos, Bill ingresa en la universidad para estudiar agricultura, pero una serie de casualidades encarrilan sus pasos hacia la literatura, cuyo estudio aborda con la pasión y la dedicación de un enamorado.
'La Verdad, el Bien, la Belleza. Están justo al doblar la esquina, en el pasillo de al lado, están en el próximo libro, en el que no se ha leído, o en el siguiente estante, el que no se ha consultado' -.
El estudiante tiene suerte y es contratado por la facultad, conoce a una chica y se casa, no consigue publicar más que un libro relacionado con su trabajo y no logra nada más. Aquí no hay noticia del sueño americano, pero la crítica al éxito social que esconde John Williams es eficaz escapando del efectismo, alejándose del drama fuera de lo ordinario. Bill Stoner sufre muchas frustraciones en su vida, igual que nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros. Esta es, para mí, una de las claves de la novela, lo que nos lleva a empatizar con el personaje y sufrir en nuestras carnes cada uno de sus reveses, o disfrutar con cada una de sus alegrías. Con una narración sencilla pero elegante, cargada de sensibilidad, somos testigos de las vivencias de este estoico profesor de universidad: su infeliz matrimonio, sus tropiezos en la facultad, su amigo muerto en la guerra, su contenida rabia al ver cómo los mediocres medran a su alrededor, o ese idilio amoroso con cierta alumna que consigue vivificarle durante un tiempo.
Es necesario decir que la universidad, aparte de servir de telón de fondo, ocupa un importante papel en la obra. El protagonista intenta dedicarse a su labor sin perder la integridad ni los valores que le enamoraron en su juventud y que imaginaba deberían mantenerse entre aquellas viejas paredes, aunque fuera el mundo se derrumbe, estalle la guerra o triunfen las mezquindades particulares. Este libro honra de un modo realista al buen profesional de la investigación y al bibliófilo, alejado de grandilocuencias o heroicidades; también ensalza, de modo general, a la persona que se dedica a su propia labor con esmero y responsabilidad. Por eso conservo en el recuerdo, especialmente grabado, el pasaje en el que se narra un examen oral a un alumno apadrinado por una de las fuerzas vivas de la universidad, y cómo Stoner es el único miembro del tribunal de evaluación que suspende al protegido. John Williams consigue, en esa escena tan cotidiana, narrarnos con sutileza un verdadero episodio épico. Nadie registrará esas gestas, y tampoco es necesario. El éxito social no mide nuestro éxito vital, pero nadie nos garantiza tampoco que, al final de nuestra vida, seremos queridos o recordados.
Vidas comunes, nada excitantes, nada sorprendentes, es el gran reto en el que se ha sumido la literatura contemporánea quizás por hastío hacia lo heroico ese que nos llevó a Auschwitz o a los gulags. Quizás por el influjo de ese pensamiento pesimista existencialista, ausente de una trascendencia de un Dios o una finalidad. Contemplar una vida en su conjunto es vernos a nosotros mismos de igual manera y no siempre es agradable.
ResponderEliminarSaludos
Muy bueno tu comentario, Doctor. Yo también creo que, en general, todo el siglo XX - y hasta nuestros días - está muy influenciado por el existencialismo y la muerte de Dios. También creo que hay quienes han sabido escribir algo de mucho interés basándose en esas vidas tan comunes y otros, en cambio, no, como en todo lo demás.
EliminarY, aparte, desde luego, hubo un antes y un después de la II Guerra Mundial. Atrás había quedado esa educación militarista que recibió la generación que luchó en la Gran Guerra (Erich Maria Remarque, en 'Sin novedad en el frente', habló en nombre de toda una generación cuando se desmarcó de sus maestros de escuela). En Stoner, de hecho, el protagonista se niega a alistarse para combatir, y eso le pesa en su carrera frente a otros colegas, más patrioteros que patriotas, que se enfundan en eslóganes prefabricados para censurar a quienes, por razones personales, deciden no alistarse. Es interesante que John Williams, que sí se alistó, crease así a su personaje, siendo en otras cosas al parecer un alter ego suyo.
En primer lugar, Rodión, muchas gracias por la mención que haces de mi blog, y además de forma tan amable. Me honras.
ResponderEliminarYo también leí Stoner hace unos años, y además de interesarme mucho el personaje por su condición bibliófila, me pareció impresionante la forma en que se retrata una vida aparentemente gris. Para mí Stoner es un auténtico héroe, primero por llegar a la universidad, y quedarse en ella, teniendo en cuenta sus orígenes. Pero sobre todo por su integridad, como señalas, su rectitud y su estoicismo.
El hecho de que se mantenga firme, a pesar del dolor y la soledad que le provoca el ser diferente, me resulta conmovedor.
Y no se me había ocurrido, pero ahora veo que sí, que existe esa "conexión inconexa" que tú has encontrado :)
He descubierto tu blog hace muy poco pero es un placer leerte, Ángeles. Tu blog se honra solo.
EliminarA mi me pasó igual con Stoner, es una historia conmovedora y bien contada. Me lo regalaron en su día y me pilló por sorpresa, me atrapó al instante. Es curioso también esto de los libros que se rescatan del olvido. Su autor no pudo vivirlo, pero al menos su historia no es trágica como la de John Kennedy Toole.
Gracias por el comentario :)
Yo he escrito ya dos novelas de aventuras y tengo un montón de notas y textos para otra obra en la que quiero tratar sobre vidas corrientes, y la verdad es que es muy dificil novelar sobre ellas. Hablar sobre vidas vulgares sin caer en la vanalidad o aburrir al lector se me antoja muy dificil, en comparación una epopeya parece mucho más asequible. De ahí que la obra que comentas me parezca muy meritoria, de hecho me voy a hacer con ella.
ResponderEliminarPues ahora que sacas el tema, Chafardero, me picó la curiosidad hace algún tiempo y busqué acerca de tu novela 'El timón del sur', cuya portada tienes en el blog. Leí que era la primera parte de una futura trilogía y que la presentaste en Bilbao. ¿Eres por casualidad de allí? Si es así, somos compatriotas, aunque ahora mismo no viva en mi tierra.
EliminarÁnimo y suerte con esa tercera obra. Y si lees Stoner, espero que la disfrutes. Yo leeré un día 'El timón del sur', sin duda. Me gusta el género de aventuras.
Un saludo.
Pues sí, de Bilbao mismo, el centro del mundo.
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