Este podría ser el principio de un cuento de hadas, y de algún modo así se lo pintaban al susodicho rey sus firmes defensores, o esa legión de aduladores, si vous préférez, que supieron hacer carrera a costa de creerse el cuento. Allende los Pirineos - aquel rey prefería ignorar tan notable cordillera - dicen que es preciso savoir d’où vient le vent, aunque, por irónico que sea, en este caso es más apropiada nuestra expresión idiomática 'arrimarse al sol que más calienta'. Y no piensen que intento tirarme el pisto con tanto alarde pedantesco, pues vaya por delante que no sé francés. Je ne comprends pas... Tampoco la tortilla francesa es de origen francés, pero comprendan que se trata de ambientar un poco el cuento, y hablando de cuentos, volvamos al nuestro.
El caso es que uno de aquellos escaladores de dádivas y nombramientos fue Charles Perrault (1628 - 1703), un funcionario que quiso pasar a la historia como adalid de la alta poesía y la prosa refinada, destinada a la mayor gloria del más soleado de los monarcas europeos, y sin embargo es recordado por sus más humildes letras; y es que a veces conseguimos lo que queremos por caminos que jamás concebimos.
Al igual que la obra de los hermanos Grimm, es bastante más fácil encontrar adaptaciones modernas que traducciones fieles del material original, pero en español tenemos, por ejemplo, la edición de bolsillo de Alianza Editorial, 'Cuentos completos', que a pesar de no contar con aparato crítico ni introducción contextual, nos ofrece la versión original traducida de las dos pequeñas obras cuentísticas que publicó Perrault, incluyendo sus prólogos. Comentaremos aquí algunos de estos cuentos.
La primera de estas obras, escrita por entera en verso, es 'Grisedilis, nouvelle. Avec le conte de Peaud'Asne et celuy des Souhaitsridicules' (1694), que incluye tres piezas, muy conocidas en aquel entonces pero hoy bastante olvidadas. Perrault se animó a publicar el libreto tras haber tanteado previamente su recibimiento, al dar a conocer cada poesía por separado. Debido tanto a su celo por agradar al monarca como seguramente a sus convicciones, añade en el prólogo una firme defensa de los modernos franceses frente a los autores antiguos, que hay que entender en el contexto de un extenso debate que se dio en la época. Más interesante resultará, al otro lado del charco, la participación del irlandés Jonathan Swift cuando el debate traspase fronteras, como ya escribí aquí.
Obsesionado por dejar claro que todos sus cuentos tienen como prioridad la función educadora para la juventud, explicitará para todos ellos una moraleja, coletilla que ha quedado para la posteridad también en adaptaciones modernas.
Grisélisis es uno de esos cuentos que hoy no se incluyen en ninguna compilación para niños, y hay razones de sobra para ello, pues su moralina principal, destinada a las muchachas, se basaba en el consejo de que debían aguantar estoicamente a sus maridos; por ello, esta es la historia de Perrault que peor ha envejecido. Y es que, aun valorándolo en su contexto, es difícil leer 'Grisélidis' sin arrugar el ceño. El poema cuenta la historia de un rey que pecaba de misoginia, y tal era su precaución ante el bello sexo que se negaba a casarse con mujer alguna, pues para él todas eran caprichosas y de poco fiar. Un día se encuentra con Grisélidis, una bella pastora de carácter apacible que vivía humildemente con su padre en lo profundo del bosque, y se enamora de ella por considerarla ajena a los hábitos de las mujeres de la corte. Tras la boda, la paranoia anubla la caprichosa mente del rey, que decide probar la paciencia de su bendita mujer despreciándola sin cuartel, llegando incluso a privarla de la compañía de la hija recién nacida del matrimonio. Al final, después de muchos años de maltrato, el alocado rey decide que ya es suficiente y todos viven felices y comen perdices.
Definitivamente, hay cuentos que de ningún modo pueden actualizarse ni merecen perpetuarse en la función para la que fueron creados, pues no se trata aquí de que sus imágenes sean apropiadas o no para los niños de ahora, sino de que su mensaje responda, o bien engañe vilmente, a la hora de enfrentarse a la realidad.
'Piel de asno' es quizá el cuento que más nos consigue enternecer de cuantos escribiera el francés, aún sabiendo que lo expurgó de todos los detalles con los que solía decorarse en su transmisión oral. La historia era muy conocida por todos los lectores de aquel entonces, y solía ser uno de los preferidos por las abuelas para contar a sus nietos. En este caso, tenemos de nuevo a un caprichoso rey que, recién enviudado, decide tomar por esposa a su propia hija, la única que a sus ojos podía igualar la belleza de su madre. Ante tal desatino, un hada madrina protege a la chica y le regala una piel de burro para afearla ante el mundo, mandándola que huya sin demora. La princesa entonces desciende abruptamente de escalafón social y acaba trabajando en las labores más viles, viviendo en un cuartucho inmundo y siendo injuriada constantemente, hasta que un príncipe que casualmente pasa por allí la ve a través de la cerradura y se enamora de ella. Lo que sigue se asemeja al cuento de Cenicienta: el príncipe, que tiene en su poder el anillo de la joven, decide probar una a una a todas las doncellas del reino para descubrir a quién le entra en el dedo, hasta que la verdad es descubierta y volvemos a la dieta de perdices.
Tres años después de aquellas primeras publicaciones, Perrault hace público su libro más famoso: 'Histoires ou contes du tempspassé, avec des moralités' (1697), conocido mundialmente por su segundo título: 'Cuentos de Mamá Oca'. Aquí están recogidos los cuentos más famosos, los que han marcado un canon de inexcusables en cualquier antología hasta la fecha, con alguna excepción de la que hablaremos a continuación. Al final de cada texto, el francés añade la moraleja para dejar clara su intención, por lo que invitaba a que los padres leyeran directamente el libro a sus hijos. Los críticos consideran que pudo tomar de Basile el material para las versiones de 'La Bella Durmiente del bosque', 'El gato con botas', 'Las hadas' y 'Cenicienta' (la versión de Perrault ha terminado siendo la más conocida, por encima de la de los Grimm). Todos conocemos estos cuentos, y en mi post anterior ya comenté las variaciones que sufrió 'La Bella Durmiente', así que solo me detendré a mencionar los dos cuentos que para mi son más representativos de la Mamá Oca , los que aún a día de hoy siguen ligados por entero a Charles Perrault.
'Caperucita roja' es para mi el cuento más redondo de Perrault, tanto por su sencillez como por el efectismo de su moralina, en tan solo cuatro páginas. Mucho se ha escrito sobre esta sugestiva historia, convertida en mito inspirador de estudios psicoanalíticos y literarios, así como de versiones cinematográficas varias: que si el color rojo de la capa de Caperucita simboliza la menstruación - en la versión de Perrault, la protagonista es una adolescente, y no una niña -, y por tanto la salida de la inocencia; que si el bosque representa los laberintos del mundo abierto, lugares peligrosos entre aldea y aldea donde no faltan lobos de todo pelaje y condición, siendo los más peligrosos aquellos que aparentan ser corderos. Ya gusten más unas interpretaciones u otras, lo que es seguro es que el mensaje principal está claro. A diferencia de los cuentos mencionados más arriba, así como de 'Pulgarcito' y 'Riquete el del Copete', la mitología de Caperucita no admite ambigüedades y parece que fue un producto puro de Perrault: aunque se inspiró en versiones orales diversas, fue el primero en llevar este sencillo cuento al papel. Por cierto que, en esta primera versión publicada de Caperucita, el cuento acaba mal, y ni la abuela ni Caperucita salen vivas de las garras del lobo. La futura versión de los Grimm suavizará el final añadiendo a los cazadores, que salvan a Caperucita, aunque con ello rebajará el efecto y falseará en parte la moralina.
Así como he despreciado 'Grisélidis' tanto por su mensaje nocivo como por atentar contra la realidad, defiendo aquí la versión de Perrault de Caperucita precisamente por responder a la realidad, una vez expurgado de las escenas escabrosas del relato oral; sirviendo de precaución ante quienes no tendrán escrúpulos a la hora de engatusar, manipular y dañar. La tendencia literaria actual ha eliminado por completo este tipo de cuentos para no traumatizar a los infantes, ofreciéndoles únicamente personajes bondadosos y moralinas centradas en la amistad, solidaridad y otros valores que, no me interpreten mal, considero esenciales en la educación infantil. Pero tampoco veo accesorio despertarles de la ingenuidad para mostrar que el mundo no siempre es de color rosa.
'Vemos aquí que los adolescentes, y más las jovencitas/ elegantes, bien hechas y bonitas/ hacen mal en oír a ciertas gentes/ y que no hay que extrañarse de la broma/ de que a tantas el lobo se las coma...'
Por último, 'Barba Azul' siempre me ha parecido un caso singular dentro de las recopilaciones de cuentos de hadas, por la sencilla razón de su supervivencia. Hemos visto que otros cuentos que hoy resultan difíciles de adaptar, como 'Grisélidis' o buena parte del material de Basile, han desaparecido completamente de escena, pero 'Barba Azul' ha conseguido sobrevivir en buena medida, ofreciendo un fuerte contraste con el tono del resto de cuentos. No importa cuál fue la inspiración original; la moraleja, enfocada en los peligros de la curiosidad, se queda grabada en nuestra memoria. Y es que 'Barba Azul' se mueve entre lo siniestro y lo brutal, anticipando elementos del futuro género gótico; desde la extraña barba del antagonista, extravagancia que nos lleva a imaginar todo tipo de secretos ocultos, hasta los sangrientos compases finales. Este clásico fue uno de mis cuentos preferidos en la infancia y, a diferencia del anterior, no fue adaptado por los Grimm, por lo que la versión de Perrault ha quedado como la única e intransferible. Así que me despido y cierro esta entrada con su comienzo, que es de puro cuento de miedo. Y es que nadie como un niño entiende mejor qué es el miedo.
'Érase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y plata, muebles tapizados de brocado y carrozas completamente doradas; pero, por desgracia, aquel hombre tenía la barba azul...'
Ahora que sé quién es Basile puedo comprender mejor la función de los Grimm o Perrault. Este tipo de conocimientos son los que fundamentan mi obsesión por la cronología: se puede conocer un número ilimitado de nombres sin prestar atención a su lugar en la historia o conocer menos pero saber cuál es la sucesión, influencias y relevancia de cada uno. Con esta entrada y la anterior acabas de demostrar una vez más que esta segunda opción nos da un doble conocimiento: el de los autores y el de su "circunstancia", por decirlo así.
ResponderEliminarMagnífica pieza de folk rock esa que has puesto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (o sea, ese título "apócrifo" de Perrault). Parece un grupo interesante, y no me extrañaría que el compositor hubiese pensado en ese título para su canción.
Saludos mil.
Coincidimos totalmente en ese interés histórico. En este blog comencé intentando seguir una cadena de reseñas a lo largo del siglo XVIII, pero llegó un momento en que me apeteció escribir sobre libros de otras épocas. Es difícil reseñar un libro leído hace mucho tiempo, y no podía mantener una línea cronológica constante sin imponerme lecturas, y tampoco era plan. En cualquier caso, intento contextualizar un poco, como dices.
EliminarAprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, no podía olvidarme de esta canción de Jethro Tull. Aunque Mamá Oca naciese en Francia, los ingleses la nacionalizaron pronto y la unieron a su imaginario folclórico. La letra de Anderson es muy sugerente, como en el resto del disco, además de Aqualung, Mary la Bizca... que parecen personajes de 'fairy tales'. Pero qué te voy a contar yo a ti, ¿verdad?
'Saw at least a hundred schoolgirls sobbing into handkerchiefs as one/ I don't believe they knew I was a schoolboy...'
Saludos.
Así como en mi infancia estuve atrapado por la magia de los cuentos que primero me leía mi madre y luego yo solito, ahora ya me siento muy lejano de esas historias. Gracias a ellas me entró la afición a la lectura, mi amor a lo extraordinario y diferente, pero creo que ya adulto me resultan un poco simples y moralizadoras. Perrault, y Basile del que hablaste en el artículo anterior, representan distintos estados de la evolución del género, y quizás no están tan edulcorados, pero me separan una distancia abismal.
ResponderEliminarSon simples, desde luego, aunque también sugerentes, eso sin contar con la nostalgia y su pertenencia a la memoria colectiva. Por eso les veo interés tanto en una como en otra evolución del género. Pero, por supuesto, es cosa de gustos, y aquí te entiendo perfectamente.
EliminarSaludos.
Hace como 6 meses me llevé de una librería que cerraba por jubilación una hermosa versión ilustrada de los cuentos de Perrault ilustrada por Doré junto con otro de fábulas de La Fontaine.
ResponderEliminarSon libros en los que las ilustraciones fortalecen los textos, traducidos de una forma anticuada, ya que son ediciones facsímiles de publicaciones del XIX donde se cuidaban más el contexto.
Con razón, de niños nos afectaban más aquellas ilustraciones tan poderosas de Doré. Yo mismo tengo la imagen icónica del Quijote asociada a Doré desde niño y me ha pasado con otros ilustres que pasaron por aquellas ediciones de Bruguera.
Respecto a la sensibilidad con respecto a los cuentos clásicos no debemos de recordar que han llegado a nosotros progresivamente filtrados por los autores desde textos anónimos bastante siniestras porque la tradición oral exige teatralidad y morbo para mantener la atención de los oyentes.
Saludos
Ahora que lo dices, es verdad que esas ilustraciones y formatos como el que conseguiste van muy ligadas a estos cuentos. Yo mismo he preferido dejar los dibujos de Doré antes que otras de las que abundan. Eso no quita que se hayan vuelto a recrear de otras formas curiosas.
EliminarLos cuentos de hadas se han ido adaptando a los tiempos, sobre todo sobre el papel, cosa comprensible. Como también que al contarlos oralmente se añadan elementos teatrales y a veces morbosos, como bien dices. Tema aparte, si hablamos exclusivamente de su función moralizadora, nos las vemos con el debate sobre la pertinencia o no de sus mensajes, de cara a leérselos a los niños. Hoy hay hasta quien pretende eliminar al lobo feroz, valga de ejemplo extremo; por otro lado, hay algunos cuentos cuyo mensaje ha envejecido... Entiendo que es debatible.