sábado, 15 de octubre de 2022

Contubernio picaresco


Sepan vuestras mercedes que yo regentaba una posada en la calle de Carretas cuando se dio aquella burla, y a Dios gracias aún la recuerdo. Creen los bolos, por ser toledanos, que son mejores que los que vienen de lejos, como si el cuerpo de Cristo solo fuera con ellos; que los del sur escapan del hambre viva, y los del norte son falsos hijosdalgo, que parece que allí no nacen arrieros. De todos se ríen y a todos escarnian, si de ellos no sacan dineros. 

Siendo natural de Plasencia, solazábame en los que como yo eran extranjeros, viajeros de mercaduría o gentes de desempeño. Así llegaron acompañados un clérigo cervatana y otro vestido de buen paño y mangas de seda, cada cual con su criado. Cuando los encontré, subían de la puerta nueva y pasaban bajo la del sol, y por montura sendos jumentos. Diome en pensar que venían por el camino de Madrid, como así era, y preguntándome, los llevé a mi posada, de la que ya tenéis cuento. 

'A buena fe - les dije - guardaos de cruzar Zocodover de día o de noche, ca está llena de rufianes, maestros en el arte de meter el dos de bastos y sacar el as de oros del bolsillo ajeno'. Así me lo aseguraron, y quedáronse alojados por miedo a pisar la plaza, y apenas pisaron la calle, salvo para ir a rezar a la Iglesia Mayor, bajo la custodia del gigante San Cristobalón, patrón de los viajeros. 

Del huésped engalanado no supe gran cosa, parecióme algún principal o rico andaluz, por el aspecto, habla sevillana y un cofre que custodiaba con denuedo. El otro resultó un licenciado de Castilla la Vieja, enjuto como día sin pan y muy loco por los libros, de los que daba buena cuenta. Los criados tampoco hacían concierto, habíanse sus amos encontrado de camino y, sin conocerse, tomaron juntos la jornada hasta Toledo. 

Ya aposentados, dispúseles sopa, duelos y quebrantos y unos azumbres de vino. Hablaba el licenciado del Persiles con esmero, de versos de Garcilaso, del Polifemo de Góngora y de los Sueños de Quevedo. Sin parar hablaba, y escuchaba el andaluz sin decir esta boca es mía, mas sin torcer el gesto. Tan atolondrados parecían los huéspedes en la plática libresca, que en la posada se les juntaron varios parroquianos, por ver si les convidaban a la mesa. 

'Perdone vuesa merced - le dijo al licenciado uno que era panadero - que le oigo hablar de cómo el Lazarillo de Tormes terminó aquí en Toledo, y resulta que es amigo mío'.

'¿Cómo así? - respondió el otro - ¿acaso existe tan ilustre personaje? ¿Y aún vive?'

'Más bien malvive, pero si quiere conocerlo, yo se lo presento'.

Riéronse a hurtadillas de la candidez del licenciado, ca éste abría los ojos como perro confiado. Le prometieron el oro y el moro y lo dejaron muy contento. No me pareció bien el avieso, mas no quise advertirles por no andarme en problemas y ver en qué acababa aquello. Amaneció el nuevo día y, ansí desayunados los huéspedes, a poco de partirse cada cual por su lado, llegaron los bromistas con Juana la buscona y un viejo bribón en Toledo afincado: el panadero lo presentó como Lázaro de Tormes, pregonero de vinos.

'Mire, sor licenciado, que soy el mesmo Lázaro el del Tormes'.

'Tomareos yo por fingido. ¡Y cómo! ¿Malvives, acaso?'

'¡Ah, noramaza! Ansí me ayude Dios... Los años de achaques y los cuernos de parienta no pasan en balde'.

'Mala cosa son esos cuernos, que no son de hacer gala ni ventilar a los cuatro vientos'.

'Aquí esta comadre, camarada de mi tierra, también malvive lo suyo'... - señaló el viejo bribón a la buscona que lo acompañaba. El licenciado fijose entonces en la mujer, y por sus trazas la juzgó deshonesta y amancebada.

'Yo, don licenciado, soy la Celestina de Salamanca, la de Calisto y Melibea'.

'¡Cómo, la Celestina! ¡Gracia tienes! ¿Acaso te conservas en salmuera? Digo yo que ogaño no contáis veinte y pocas primaveras'.

'Mi camarada quiso decir que es su nieta, la de Celestina, y que por unos maravedís bien puede contarle la vida de su abuela'.

'O puedo apañarle como prefiera...' - soltó melosa la buscona, sentándose de pronto sobre las rodillas del licenciado, que no cabía ya en su sotana'.

Holgábanse los bolos de tapadillo, y el andaluz contemplaba muy serio. A requerimiento del necio, y a tiempo que la su Celestina se le apretaba al cuerpo, el falso Lázaro procedió a contalle sus andanzas de mancebo, cuando era mozo de ciego; también las penas que pasó bajo otros amos, y de la astucia del burlero. Al fin, convino el bribón, a instancias del licenciado, a dar por terminado el escrito de su vida, en una segunda parte verdadera. El otro a todo le ayudaría, y por todos los medios.

'Ya sabe vuesa merced que eso cuesta dineros. Si me ayuda con lo que tenga, yo me daré presto a la tarea y no se arrepentirá de haber caído en Toledo'.

'Ayudarte he de subir - respondió el licenciado - pero siempre me pregunté cómo siendo tú un mozo de tan mal comienzo, supiste escribir esas letras'.

'Inspirado heme por Dios, que todo lo apaña el cielo'. 

'Entre buenas gentes me hallo - dijo de pronto el andaluz, a quien por fin conocieron voz - y de tan buen recibimiento con los extranjeros. Pedirles he un consejo, si me lo conceden'. Todos se volvieron hacia el engalanado, curiosos por su requiebro.

'Soy mercader sevillano, y vengo de Génova al vuelo; vuelvo a mi tierra un tiempo, mas he de regresar luego. Dicen que estos caminos no son para llevar aparejo, y yo visto ropas muy caras y traigo un cofre pesado, de oro y joyas repleto.'

'No se congoje el señor - dijo uno de los presentes, que era hombre muy vivo, de oficio carnicero - que estamos entre amigos, y remedialle nosotros sus penas. Es cierto que si viaja solo, ese cofre ya está perdido. Mostrádnoslo y veremos cómo dalle remedio'.

Mandó el andaluz al criado bajar el cofre del su aposento. Abriolo delante de todos, y las joyas resplandecieron luego; tornolo a cerrar con una llave que llevaba atada al cuello. Retiráronse a platicar entonces el carnicero y sus compadres, y también la pícara Juana, el falso Lázaro de Tormes y el donoso panadero. Quedaron solos un momento el licenciado y el mercader, y yo, que todo lo temía, me santigüé en un santiamén. Volvió entonces la cuadrilla, y así habló el carnicero.

'Señor, lo más seguro será que viaje sin esas ropas y nos deje a recaudo el cofre, que recogerá cuando regrese o se lo mandaremos presto. Un hermano mío viaja, de aquí a dos semanas, a Sevilla la del puerto. Le daremos ropa de peregrino para que no llame la atención, y ya verá cómo llega con privanza en ocasión'.

Pensóselo un momento el andaluz, sopesando uno a uno a los presentes, y al fin contestó: 'Siento ser contrario a tan generoso consejo, pero ya que estamos entre amigos, y todos cristianos viejos, les confieso que desconozco qué platero de esta ciudad puede comprar una pequeña parte de mis joyas, pues negocios en Sevilla sin demora he de hacer presto. Trescientos escudos he de necesitar, por lo menos...'

Volviéronse a retirar los bolos, por deliberar, y fueron tan altas las voces, que a poco no llegaron a las manos. Al fin, volvió solícito el panadero, y así habló: 'Guarde vuesa merced cuidado, que entre todos le prestamos trescientos escudos, pues somos gente rica, y poco es eso para uno de Toledo. Denos, si tiene priesa, el cofre y esa llave que lleva al cuello, ca nosotros lo guardaremos, y ahora mesmo apañamos el negocio que está hecho'.

Corrieron los compadres a reunir la suma acordada y volvieron para vestir al mercader cual pordiosero. Siguieron riéndose a escondidas, ca mucho sacarían de aquello. 'Dios conserve a esta casta de tontos - se decían entre ellos - que nunca llegó a nuestras manos un tesoro tan resuelto'. El licenciado seguía mudo el trajín a su alrededor, mas acudió a despedir a su compañero con tesón. Despidió al criado el andaluz luego, diciéndole que a poco que volviese, le dejaría bien cubierto. Acompañele yo entonces, por indicarle mejor la salida y que no se extraviase en el camino incierto.

Ya andábamos cerca de los muros de la ciudad, cuando volviose el andaluz a hablarme, desde el jumento de lento galopar. Al tenello tan cerca, fijeme solo entonces en la cicatriz y la mirada fiera. 'Dígale al licenciado Cabra, o a nuestro buen Don Quijote, que se deje de libros y que tenga mas seso; que peores que los gigantes, son los molinos de viento. Y dígale a esos hideputas, a Lázaro de Tormes, a la Celestina y a la madre que los parió, que Guzmán de Alfarache les manda saludos, y que donde las dan, las toman'. En dicho esto, picó espuelas y rióse luego; fue aquella una risa franca y profunda, que nunca saldrá de mi recuerdo.

A poco volví a mi posada, los bolos descubrieron el apaño, pues era trampantojo lo que el primer ojo juzgó como joyas y perlas; más bien escoria pintada, falsos brillantes sobre lecho de piedras. Las ropas eran robadas, y sobre ellas andaba la Santa Hermandad. El criado confesó que su amo era recién salido de galeras, ingenioso tunante y bravo contumaz. Que las apariencias engañan, aunque nunca sabré si fue casualidad tal coincidencia con la vida del pícaro Guzmán, mas tengo por cierto que, para los bolos, fue la peor contrariedad, lección funesta e historia fatal. Viéndose burlados, se echaron atrás y no tuvieron ya ganas de fingirse ni Lázaro, ni Celestina ni el personaje de tal. Que el bolo toledano necesitado ha de una lección, pero sábese que hay gentes que ni por esas aprenden con razón. 

En cuanto a mí, a poco tiempo de aquello dejé de encomendarme a San Cristobalón y abandoné Toledo para regresar a mi Valle del Jerte. Aquí estoy desde entonces arrebujado, y ni una mijina engaño ni miento ni vivo deshonesto.


12 comentarios:

  1. Menudo homenaje a la novela picaresca y sus habitantes. Parecióme por un instante que tratábase de un texto genuino de Quevedo o algún otro genio de la época, por lo bien que reproduces el lenguaje y la atmósfera, que talmente parece que has vivido entre ellos y conoces el ambiente.

    Ha sido una sorpresa encontrar aquí un relato en vez de uno de tus analíticos comentarios literarios. Al menos desde que sigo tu blog es la primera vez, si no recuerdo mal, que publicas un relato.

    Te felicito por tu dominio del habla pícara ;)

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    1. Te agradezco mucho el comentario, que me anima a escribir :) Es verdad que este blog está destinado principalmente a las reseñas, aunque hace poco publiqué otra suerte de ficción en relación a otro género. Aquí he querido hacer, precisamente, un pequeño homenaje a la picaresca. Todo es cosecha propia, salvo la frase ''meter un dos de bastos y sacar un as de oros'', que he tomado de memoria del Buscón de Quevedo, a modo de guiño. Aparte de eso, algún vocablo suelto del extremeño, al final, que todavía se usa en el entorno de Plasencia.

      Y viví un tiempo en la calle Carretas, zona vieja de Toledo, claro que ha llovido mucho desde la época en la que Zocodover era ese antro de perdición que describen Mateo Alemán y Cervantes; a no ser que consideremos perdición a las masas de turistas que mantienen a flote y casi a diario los pequeños comercios. Por lo demás, espero que si algún bolo cae por estos lares, no se me ofenda.

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  2. Muy lindo tu diálogo con Angeles Sin lugar a dudas
    Regresaré

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  3. Totalmente de acuerdo con Ángeles: dominas perfectamente el lenguaje de esa época. Ya sé que si se va con tiento y con tiempo se acaba consiguiendo, pero tiene su mérito. Al final esto podría ser un fragmento perdido de alguna de las Novelas Ejemplares o de don Mateo Alemán.

    Por la razón que sea, es un lenguaje que siempre me ha hecho gracia, desde pequeño, cuando nos hacían leer este tipo de obras sin tener preparación para ello. Los niños (porque creo que yo no era el único) leíamos estas obras siempre como algo humorístico, ya que era precisamente el lenguaje y no tanto el argumento lo que nos gustaba. Tal vez por eso nos haga luego gracia también el lenguaje del maestro Yoda y en general toda la gente que habla "raro"...

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    1. Gracias, Rick. Mucha comparación es esa, así que dejémoslo en un imaginario fragmento apócrifo de segundo orden, si acaso.

      Sí que tiene su gracia ese lenguaje, sobre todo en estilos barrocos como el de Quevedo, donde igualmente tiene mucho jugo el contenido. Es verdad que a muchos, siendo niños, nos chocaban y a la vez nos atraían algunas expresiones del viejo castellano. Luego vas atando cabos y naturalizas mejor su evolución. Lo del maestro Yoda, que a mí también me cae bien, me da que es por llevar la contraria y ponérselo un poco difícil a Luke Skywalker... O será cosa de la Fuerza, que tiene sus misterios.

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  4. Gran pieza, amigo licenciado, ha salido de su pluma, tan bien traída y sabrosa que recuerda a las de los más insignes poetas de aquel siglo que dicen de oro. Porque uno bebe los vientos por esos periodos elegantes, por esos personajes vívidos y vividores, por el sarcásmo con que aderezaban las miserias de la vida. Espero que siga solazándonos con lances parecidos, que son manera segura de ganar el cielo.

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    1. ''Vívidos y vividores'' eran los personajes del siglo de oro, sin duda, y de sarcasmo estaban sobrados sus autores. Pero has descrito tan bien el interés de esa literatura y ese tiempo de desencanto y vitalismo, que mejor dejemos que hable el cordobés de la nariz pegada:

      ''Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquías/ mientras gobiernan mis días/ mantequillas y pan tierno/ y las mañana de invierno/ naranjada y aguardiente/
      y ríase la gente''.

      Gracias por el comentario.

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  5. Hola!!! Me encanto este relato y que buen homenaje. Amo leer este tipo de prosas. Te felicito 🤗 me tienes como tu nueva seguidora para seguir leyéndote 😊 si gustas visitar mi espacio que es https://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos estamos leyendo.

    Saludos desde Plegarias en la Noche

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    1. Pues muchas gracias, Tiffany. Aquí he pretendido hacer un relatillo simpático, y me alegro de que te gustase. Bienvenida.

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  6. Es interesante un blog asi Y antes de retirarme de los comentaros me gusta empaparme de algo diferente
    saludos

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    1. Gracias por tus palabras, me alegro de que te parezca interesante.

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