miércoles, 22 de noviembre de 2023

Coronel Jack. Daniel Defoe

 

Hoy se cumple medio año desde que publiqué la última entrada en este blog, así que, ¿por qué no comenzar haciendo un guiño a Fray Luis de León? Como decíamos ayer, 1722 fue un año fructífero para Daniel Defoe y, como muestra, esta es la tercera entrada que le dedicamos. Tras el largo lapso en que este blog ha estado hibernando, y después de vérnoslas con varias de sus obras más famosas, retomamos el hilo para comentar otras que, aun considerándose menores, no son menos interesantes. 


'Coronel Jack' era poco conocido en España hasta que la editorial Gadir tuvo a bien publicarlo en 2011, con traducción de Pedro Tena y la inestimable subvención del Ministerio de Cultura. También ha sido la última historia del autor que he leído, poco antes de verano. No sabiendo qué iba a encontrarme, su título y cubierta, con la imagen de una batalla naval, me sugerían un posible militar como narrador; no imaginé que fuera a toparme con las páginas más picarescas de toda la ficción de Defoe. Pero esperen, porque el propio autor nos preludia así la trama:

'Historia y vida extraordinaria del muy honrado Coronel Jacques, más conocido como Coronel Jack, quien nació gentilhombre, fue aprendiz de ratero y ladrón durante veintiséis años, antes de ser llevado por la fuerza a Virginia y regresar más tarde convertido en comerciante, se casó cinco veces con cuatro putas, fue a la guerra, se comportó con bravura, obtuvo un ascenso, fue nombrado coronel de un regimiento, volvió a Inglaterra, huyó para alistarse en las filas del Caballero de San Jorge y sigue viviendo ahora en el extranjero, llevando una vida llena de aventuras asombrosas, sin perder su empeño en morir con el grado de general'.

Si este anticipo no les ha despertado cierto interés, no tienen sangre en las venas; y es que Daniel Defoe se las sabía todas para atrapar al lector de entonces. Pero si han leído el fragmento con atención, habrán reparado en cierta incongruencia. Era típico de Defoe incluir casuísticas rebuscadas sin abandonar el verismo, así que me basta decir que, si en algo no les salen las cuentas, no se trata de ningún error, y como no pretendo destripar la historia, prefiero dejarles con la curiosidad.

Coronel Jack es una historia que debemos entroncar con el género picaresco, y en su primera parte picaresca reside el mayor interés. Es imposible leer este libro sin pensar en 'Oliver Twist', que Charles Dickens publicará más de cien años después. Del Oliver suele decirse que es la primera novela inglesa en la que el protagonista es un niño, lo cual es correcto pero matizable, pues hubo otros niños protagonistas que luego crecerán en el desarrollo de la trama, como el narrador de 'Coronel Jack'.

Más de cien años antes de Oliver Twist también había pequeños rateros en las calles de Londres, usando casi los mismos trucos para robar pañuelos a los paseantes despistados. Y si el Londres dickensiano podía ser sucio y hostil, el de la época de Defoe lo era más aún. Pero los parecidos terminan en la materia abordada, pues todavía nos encontramos en los albores de la novela moderna, así que sería injusto comparar el estilo literario de Defoe con el de Dickens, aun con la particular genialidad inventiva del primero. Como hemos dicho en entradas anteriores, Daniel Defoe no destaca por su estilo, que será inferior al resto de grandes escritores de su siglo, sino por la veracidad que consigue transmitir, así como el evidente talento a la hora de elegir historias que vender como narraciones de personajes auténticos. Al igual que Dickens, Defoe conoce a la perfección el Londres de su tiempo, y se atreve a llevar al papel realidades que solían ser ajenas a la literatura.

'Quienes conocen el emplazamiento de las fábricas de vidrio y los arcos en los que depositan las botellas una vez cocidas, saben que los lugares en los que se tiran las cenizas - y donde se recuestan los pobres muchachos - son huecos excavados en los muros de ladrillo, perfectamente cerrados excepto en su entrada y, por tanto, tan cálidos como los vestuarios de un baño público'.

Nos narra Jack su vida desde la niñez, cuando, siendo huérfano abandonado, es criado junto a dos hermanastros. A los tres hermanos les imponen el mismo nombre, el más llano que había disponible, así que, para diferenciarse, serán llamados con los falsos títulos de Capitán, Comandante y Coronel Jack, respectivamente Así, el Capitán Jack desarrollará un carácter violento y ruin, convirtiéndose pronto en un joven criminal dedicado al rapto de niños; del Comandante sabremos muy poco, apenas su infancia y posterior ejecución, siendo este personaje quizá uno de los providenciales descuidos de Defoe; por su parte, nuestro Coronel, como narrador de la historia, nos cuenta sus aspiraciones: quiere ser caballero y progresar en la sociedad. En este punto, las inquietudes del protagonista lo aproximan a la narradora de 'Moll Flanders', publicado por Defoe en el mismo año. Por supuesto, el Coronel Jack no se convertirá pronto en caballero, sino que se verá forzado a robar para sobrevivir, durmiendo entre las cenizas de las fábricas de vidrio, siempre con un ojo abierto para evitar que alguno de sus compinches, mozalbetes endurecidos, lo robe o incluso lo asesine mientras duerme. Al igual que Moll Flanders, el narrador comienza su periplo en la ingenuidad infantil pero aprende rápido y sobrevive haciendo uso de su astucia, siempre en el límite de la moralidad que, aun llevándole al crimen, le evita caer en los comportamientos más bajos, en los que sí caen sus hermanos y otras amistades. Esta primera parte de la historia es la más interesante, por su cruda veracidad.

'Estaba con una pandilla de raptores, como se les llamaba entonces: un grupo de malvados rufianes que hacían desaparecer como por ensalmo a los niños, esto es, los raptaban en la oscuridad de la noche, los amordazaban y se los llevaban a los lugares convenidos con el resto de su cuadrilla, quienes los expedían en barcos rumbo a Virginia para venderlos'.

El resto de la novela, sin desmerecer, no alcanza el nivel de Moll Flanders, pero las peripecias relatadas mantienen el interés. De nuevo, las colonias de Virginia son el destino provisional del narrador. En el caso que nos ocupa, Jack, siendo ya un joven adulto, es engañado por una de las bandas que operaban en tiempos de Defoe, secuestrado y vendido como esclavo en un barco rumbo a las Américas, teniendo que compartir su destino con los negros traídos de África. En este punto, Defoe aprovecha para introducir sus ideas liberales al respecto de la población negra esclavizada, situándose en una postura progresista, aun dentro de su tiempo. Nuestro autor había sido educado en la escuela para disidentes religiosos y creía en las bondades del capitalismo y de la emigración a Virginia como oportunidad para progresar, estando además familiarizado con la filosofía de John Locke; este filósofo, a pesar de su contribución como padre del liberalismo, todavía había justificado la esclavitud, pero Defoe incluye críticas explícitas al trato inhumano que sufrían los esclavos negros, aduciendo que estos, aun siendo naturalmente inferiores al hombre blanco, podían desarrollar comportamientos plenamente civilizados si se les trataba con humanidad. 

'¡En ese punto tienes razón! Puesto que no se es compasivo con ellos, ellos no deben nada a nadie.

Además, señor, cuando se les concede la gracia del perdón, lo que ocurre en raras ocasiones, no se les explica nada. 

Es cierto que tú estás persuadido de ello, pero debes darte cuenta de que va contra todas las ideas que imperan en este país.

Una nación entera puede equivocarse y cometer errores'.

Negrero fue Robinson Crusoe, y negrero es Coronel Jack, una vez supera su propia situación de esclavitud; en ambos casos, este negocio los enriquece y los llevará a ascender socialmente. En aquella época, ciudades como Liverpool prosperaron por el comercio triangular de esclavos (de las costas africanas a América; de América a Inglaterra y vuelta a empezar), e importantes bancos como Barclay's y Lloyd's nacieron por la misma razón. Tristemente, el mercado de la esclavitud fue de la mano con el desarrollo del capitalismo en Inglaterra.

Y hasta aquí puedo contarles, sufridos lectores, pues el resto de la trama no se diferencia tanto de otros hilos argumentales de nuestro escritor, aunque en toda ella hay alusiones a hechos acaecidos en su tiempo. Sobre los matrimonios de Jack, que llega a casarse cinco veces con cuatro mujeres de mundo, como pudieron leer en el fragmento inicial, dejaré que lo descubran por su cuenta si alguna vez cae este libro en sus manos. Por lo demás, debo repetirme:  uno de las principales razones para recomendar la lectura de Daniel Defoe es que sus historias nos permiten mirar aquella época por el ojo de una cerradura. Pero no se vayan muy lejos, porque volveremos a vérnoslas con él en la próxima entrada. 



Daniel Defoe, Coronel Jack. Gadir. 2011. Traducido por Pablo Tena. Obra original publicada en 1722.

4 comentarios:

  1. jaja es verdad que la última vez, me parece recordar que aquí, nos enzarzamos con la discusión sobre las bondades y efectos adversos de la vacuna del covid…Me alegra que lo hayas retomado, aunque me gustaría saber más sobre DEFOE, para poder entrar en profundidad en este texto tuyo y sobre todo, para poder disfrutar más de estos pedacitos que nos regalas, pero no sé nada de nada, salvo R. Crusoe y para eso por las pelis que he visto, porque ni siquiera eh leído esa novela, nada. Aun así, tienes una forma de escribir que hace sumamente amena tu lectura y sí que tenemos sangre en las venas jaja curioso el retrato, honrado pero aprendiz de ratero, nasció gentilhombre de mente, pero no de ambiente jaja es verdad tal cual comentas, que el perfil del personaje se parece a los que retrató Dickens ( ¿quien sabe? , a lo mejor leyó a Defoe y le inspiró ; ) incluso de lejos, por ese punto pillo y pícaro, tanto al Lazarillo de Tormes, como al Tom Sawyer de Mark Twain, aunque este ya muy dulcificado, pero sobre todo, a parte de Dickens, a los personajes que tan bien retrató Victor Hugo en sus Miserables, todos comparten ese instinto de supervivencia e ingenio que les hace sobrevivir en un mundo absolutamente hostil y esas ansias de prosperar para salir de él, bueno todos menos Tom, que estaba encantado siendo y viviendo como vivía jaja quizá no haya sido muy afortunada mi idea de sumarlo a estos otros, de corte muchísimo más atormentado, supongo que si el propio DEFOE vivió en sus carnes esa vida y esa época tan difícil, eso le ayudó a dibujar los trazos de sus personalidades con tanta precisión como comentas… sí que me da envidia y si tuviera tiempo, seguro que sería una lectura más que entretenida, pero ni te imaginas la de libros que tengo esperando, necesito cuatro o cinco vidas jaja mil gracias, sigue ilustrándonos … un abrazo y buen finde!!

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    1. Tranquila, María, porque lo que cuentas es normal: Daniel Defoe es uno de esos escritores cuyos nombres son ampliamente conocidos, siendo hoy muy poco leídos. Por otro lado, y a diferencia de otros autores de su siglo que pasarán por este blog, no me atrevo a recomendarlo abiertamente, o al menos no a cualquiera. Porque el valor del trabajo de Defoe no se encuentra en su estilo literario, ni tampoco tiene que ver con lo que le pediríamos a una novela actual, así que no debería leerse con esos ojos. Y es que no podemos olvidar que Defoe es un poco anterior al verdadero inicio de la novela moderna inglesa, del que es uno de los principales precursores.

      La novela de Defoe que recomendaría para empezar a cualquier interesado es Moll Flanders. Otra opción podría ser el siguiente libro que reseñaré aquí, y si de verdad se tiene ganas, Robinson Crusoe.

      Y sí, sin ninguna duda Dickens leyó a Defoe. Pero con la relación que he hecho entre Coronel Jack y Oliver Twist no me refiero al personaje protagonista, sino tan solo al tema de los ladronzuelos callejeros de Londres, que aborda aquí Defoe desde su particular verismo y que abordará Dickens con un tratamiento completamente distinto, con toda la experiencia de cien años de desarrollo de la literatura inglesa y con las miras puestas en un maestro particular que pasará pronto por este blog: Henry Fielding.

      Tema aparte es que el protagonista de Coronel Jack para mí no esté tan conseguido como Moll Flanders. Su moralidad infantil no resulta tan creíble. En todo caso, es el típico personaje de Defoe, un autor que dejó su álter ego en cada uno de sus personajes narradores, y aceptando esto, siempre es un placer leer sus historias.

      Y ¡gracias! Que tengas buen finde tú también.

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  2. Yo, como María, solo he leído "Robinson Crusoe", así que poco puedo decir salvo que creo recordar que había un cierto tono moralista en el fondo de esa historia. Por otra parte es lógico, ya que ese libro era uno de los que formaban el "canon" del buen lector infantil y adolescente, según las pautas que nos marcaban nuestros profesores de entonces. Y si estamos hablando de los años de Franco, ya me contarás.

    Siguiendo esa pauta, insistiendo en que creo recordar que en "Robinson Crusoe" había un aura moralista, no me ha sorprendido mucho que recomiendes "Moll Flanders" antes que que esa: no la he leído, pero recuerdo más o menos la película (hará unos treinta años) y también ahí se notaba ese poso. De todos modos, hay mucha acción y es cierto que se aprenden cosas sobre el tipo de vida que se malvivía por entonces. Por otra parte hay una cierta compasión por el pecador, por el protagonista que hace cosas malas pero hasta cierto punto podría "justificarse" por venir de donde viene. No sé si es un poso cristiano, o algo parecido, pero esa compasión es bastante perceptible.

    Tal vez, recordando vagamente aquella película, sea buena idea meterme con Moll Flanders. Gracias por la sugerencia...


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    1. Casi todas las historias de Defoe eran moralistas (en realidad, se podría decir que el objetivo moral se encuentra en casi toda la literatura de entonces), pero es verdad que en Robinson Crusoe ese objetivo está especialmente marcado. De hecho, para mí es uno de sus aspectos de mayor interés, al hermanarse con la acción aventurera. Robinson Crusoe es la historia que mejor supo ilustrar en aquel entonces la moralidad del británico moderno, sus creencias más profundas, la predestinación y el fuerte individualismo: un tipo cuya vida se ha torcido y cae en una isla desierta; pero él solo, sin ayuda de nadie, logra sobrevivir y tomar dominio de esa isla como una conquista personal, hasta lograr emplear a muchas familias de nativos aborígenes para explotar su medio de producción y enriquecerse, volviendo al final de su vida a Inglaterra como un próspero capitalista. No es casual que Karl Marx viese en esa novela el paradigma del capitalismo en ciernes. A veces la literatura es la mejor forma de expresar las ideas de cada época.

      Defoe era un absoluto creyente en el capitalismo naciente, previo a la teoría económica de Adam Smith, y lleva eso a sus historias. Se basa sobre todo en la filosofía de Locke, que conocía muy bien. También se ve en Moll Flanders, pero para mí esta novela tiene precisamente el valor añadido que comentas: un gran ejercicio de empatía, tanto por el hecho de que su protagonista sea una mujer - lo que lleva a que se muestren problemas que solo padecían las mujeres - como porque bucea en el submundo del hampa londinense y describe un antro que el propio Defoe conoció en sus carnes: la cárcel de Newgate.

      Por todo ello, a pesar de lo lejos que nos queda la literatura de este escritor (como le dije a María, me da miedo recomendárselo a cualquiera, a no ser que uno sepa dónde se mete, porque cabe el riesgo de que ciertos defectos de forma, repeticiones y otras taras de Defoe, lleven a no querer meter más el hocico en la novelística de ese siglo, lo cual sería una pena) tiene historias que aun hoy sorprenden y merecen la pena por su gran valor.

      Gracias a ti por el comentario.

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