sábado, 6 de mayo de 2023

Robinson Crusoe. Daniel Defoe

 

Ilustración de Newell Convers Wyeth (fragmento).

Si bien es una idea aceptada que los españoles inauguraron la novela moderna en el siglo anterior, fueron los ingleses y franceses quienes hicieron lo propio en el siglo dieciocho, y puede imputarse a Daniel Defoe (1660 - 1731) el mérito de ser uno de los pioneros en el mundo anglosajón. Pero, un momento... ¿Es esto cierto? Es importante matizarlo, ya que la novela estaba tan desacreditada por entonces que muchos tenían que defenderse alegando que ellos no se dedicaban a escribir ficción, sino otra cosa. En el caso de Defoe, esa otra cosa eran memorias personales, historias supuestamente verídicas que un oscuro autor había entregado al editor, o sea el propio Defoe, para que éste las publicara. Y es que Defoe fue además uno de los primeros nombres asociados al periodismo británico, naciente por aquel entonces. 

Pero ya habrá tiempo de decir algo más sobre nuestro autor en futuras entradas. Comenzaremos con su historia más exitosa, publicada en 1719. Supe de esta historia muy pronto, cuando apenas había aprendido a leer, a través de un tebeo cuyas viñetas conservo en la retina; en la portada, un marino de mirada decidida arrastraba una balsa a través de la arena de la playa, casi se diría que arrancándola del mar. El oleaje de la memoria me hace revivir la emoción, el ansia de la aventura. El título original es tan largo que tan solo transcribiré aquí la primera parte, que reza así, traducida al castellano: 'La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada...' 

La historia de este náufrago, que comienza tan solo con un cuchillo, una pipa y un poco de tabaco, y termina como amo y señor de su propia isla, a la que impone el derecho de dominio, quizá fue la primera apología del individualismo moderno en la literatura anglosajona. El espíritu del capitalismo y la filosofía de John Locke nutren las páginas de Defoe, que deja entrever su pasión por el comercio en un buen surtido de cuentas y recuentos de posesiones, bienes y dinero. Olvídense de las posibles lecturas románticas fuera de tiempo: Robinson sobrevive por su voluntad inquebrantable, pero también por su inteligencia y sus balances de contabilidad, que le llevan a aprovisionarse, ahorrar e incrementar los beneficios, aunque sin perder la moral puritana que defiende una vida honrada de sacrificio y austeridad en el vivir. Time is money, reza la frase, y la idea del buen aprovechamiento del tiempo está muy presente en esta historia. Tampoco podemos olvidar el subtexto religioso que habla de castigo y redención, donde la providencia sitúa al hombre al límite mismo de sus fuerzas para aprender de los errores y enmendarse, transformándose en alguien mejor o muriendo en el intento. 

Como decíamos, Defoe por nada del mundo quería ser tomado por literato, sino por editor periodístico. Esta necesidad de camuflar su trabajo impuso por necesidad su estilo narrativo, conocido como 'verismo' para diferenciarlo del realismo. Obviamente, el verismo que pretendió el autor no siempre funciona para el lector actual, y valga de ejemplo la forma en la que son tratados los nativos del Caribe, África y otros lugares: a todos ellos se les denomina bajo el sustantivo común de 'salvajes' y, realmente, parecen pertenecer todos a una misma pandilla de compadres, porque no se describen diferencias entre americanos, africanos o asiáticos, más allá de alguna que otra costumbre caníbal de más o de menos. Pero ganamos la contrapartida de conocer la mirada del escritor inglés de principios del siglo dieciocho que dejaba volar la imaginación entre mapas de navegación y rutas comerciales. Y es que el autor se toma muchas molestias en hacer creíble lo narrado, aportando detalles como referencias cartográficas precisas o terminología apropiada al conocimiento que pudiera tener el narrador.

Defoe no se detiene en descripciones estéticas, de cara a refinar el texto, sino que se enfoca en la finalidad práctica mencionada; por ello su viejo estilo narrativo puede parecer tosco y a veces el autor ha sido minusvalorado, lo cual es un error de bulto. El estilo llano de Defoe esconde una inteligencia creativa que desborda las apariencias y esconde su perfecta capacidad de mimetizarse en sus personajes narradores. Vemos un ejemplo de esto en la evolución con la que Robin Crusoe explica sus progresos como carpintero, ebanista, constructor o agricultor, oficios manuales para los que no había sido formado, comenzando como un completo lego para terminar desenvolviéndose bien, e incluso inventando métodos propios. Defoe dignifica estas profesiones desde su mentalidad puritana.

'La inactividad es la auténtica escoria de la vida. Y desde luego consideraba mucho mejor empleado mi tiempo cuando me costaba veintiséis días hacer una tabla de madera.'

Unos meses después de la publicación de la obra, y tras varias ediciones pirata y versiones abreviadas de otros editores, aprovechando el tirón de Crusoe, un enfadado Daniel Defoe escribe y publica The Farther Adventures of Robinson Crusoe; Being the Second and Last Part of His Life... (1719) que podemos abreviar como 'Nuevas aventuras de Robinson Crusoe'. En esta segunda novela, bastante menos conocida que la primera, el viejo Robinson vuelve a su isla para poner orden entre los colonos que allí habitan. Después veremos de nuevo a nuestro protagonista sacándose las castañas del fuego como mejor sabe, aunque esta vez en Asia: desde la China hasta las tierras rusas. Se aprecian los esfuerzos de Defoe, que era un sincero apasionado de la geografía y los mapas, por hacer verídico a los lectores ingleses un viaje por tierra de semejantes dimensiones. En la memoria quedan pasajes jugosos, como cuando el convoy atraviesa la Gran Muralla, que Robinson compara despectivamente con el muro de Adriano: la mirada altiva de un flemático inglés que de nada se sorprende.

Hay ediciones de 'Robinson Crusoe' en castellano para el gusto de cualquier lector, así como cómics y las siempre necesarias adaptaciones juveniles, pero en esta ocasión quiero aprovechar para recomendar, únicamente al interesado, la traducción de Enrique de Hériz para la editorial Edhasa en dos volúmenes, ya que es la única edición íntegra de Robinson Crusoe en lengua castellana. No deja de sorprenderme que semejante clásico no se hubiese traducido hasta ahora íntegramente, sin recortes ni abreviaciones. Parece que Julio Cortázar, al que aplaudimos por su trabajo con los relatos de Poe, no hizo justicia a la obra de Defoe, que trasladó al español por encargo en 1944 en una versión reducida, no se sabe si porque se basó en una edición inglesa ya amputada, o si fue porque él mismo decidió aligerarla de ciertas reflexiones del marino, dejando limpia la prosa aventurera. 


Daniel Defoe, Robinson Crusoe & Nuevas aventuras de Robinson Crusoe. Nueva traducción íntegra y prólogo de Enrique de Hériz. Edhasa, 2012. Las dos obras originales fueron publicadas en 1719.


Mas me poseía un espíritu vagabundo que se burlaba de las comodidades y me bastaba con ser el patrón de la gente que había dejado allí y con hacer por ellos lo que pudiera en una especie de altiva majestuosidad

8 comentarios:

  1. historia con más exitosa del año 1719.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De 1719 y mucho más allá. Inmortal, desde luego :)

      Eliminar
  2. Te voy a contar una cosa muy curiosa. Hace un par de días estuve hojeando un libro de relatos de Daniel Defoe que tengo en casa desde hace años y nunca he llegado a leer.

    El caso es que al tener entre mis manos el tomito me vino a la memoria una anécdota de cuando era pequeña y quise leer Robinson Crusoe (por si tienes curiosidad y tiempo, lo conté aquí: http://juguetesdelviento.blogspot.com/2011/07/una-nina-y-unos-libros-segunda-parte.html).

    Curiosamente, al cabo de un rato, leyendo un texto que trata sobre otro tema absolutamente distinto, me encontré con una referencia a Viernes. Y para completar la jugada, después vi que habías puesto esta entrada en tu blog.

    Es evidente que alguien o algo me está incitando a que lea por fin la novela, que, como en el caso de Gulliver, sólo llegué a leer, con el tiempo, en una de esas lecturas graduadas y superabreviadas en inglés.

    Aparte de estas circunstancias curiosas (que se me dan con cierta frecuencia, por cierto), tu entrada por sí sola ya me habría dado ganas de leer la novela, así que ya la tengo prevista para este verano, en un ejemplar que lleva, como tantos otros, esperando turno en mis estantes desde hace años.

    Me ha gustado que hayas hecho referencia a la nueva traducción de Enrique de Hériz y la clásica e incompleta de Cortázar. No sé, por cierto, si fue el propio Cortázar el que decidió hacer esa versión amputada, o si, como dices, es que partió de la ya abreviada versión inglesa; o si fue decisión del editor en su momento. Yo me inclino por pensar que Cortázar trabajó con la versión inglesa recortada. Aunque todo es posible, claro, mira Borges :D

    Me ha gustado la distinción que has hecho entre verismo y realismo, y cómo ese verismo puede resultar "incómodo" para el lector actual. Pero una de las cosas que se aprenden leyendo es que el mundo y las sensibilidades cambian, y por lo tanto, como es bien sabido, no podemos juzgar el ayer con ojos de hoy.

    Me ha gustado también eso del "oleaje de la memoria" y la anécdota de tu primer contacto con el personaje.

    Por último, poniéndome ya pesada y recalcitrante, quiero dejarte otro enlace a una entrada que me has recordado al hablar del desprestigio de la novela. Creo sinceramente que te puede gustar: http://juguetesdelviento.blogspot.com/2014/12/cuidado-con-las-novelas.html

    Saludos, y disculpa mi perorata.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si la novela te persigue, Ángeles, debes darle satisfacción este verano. Es una razón como otra cualquiera para hincarle el diente. A Defoe, por cierto, le gustaban ese tipo de historias, y pese a su fuerte sentido práctico de la vida, parece ser que creía en algunos fenómenos paranormales.

      Gracias por dejarme los enlaces; me han gustado ambas entradas y me he reído con tu comentario al libro de Ladrón de Guevara. Estoy de acuerdo con JuanRa, es una joyita ese libro. Vaya con el padre Pablo y su crítica a los novelistas: quien no es deshonesto, es malsano.

      Yo también apostaría a que Cortázar trabajó con una versión previamente amputada de Robinson Crusoe, pero no tengo ni idea. Leí su traducción hace años antes de acometerla con la de Enrique de Hériz y ambas son buenas opciones. Estoy seguro de que la versión de mi estimada editorial Cátedra también está a la altura. En este caso, la diferencia está en la ausencia o no de muchas reflexiones morales y religiosas de Robin. Siempre que sea posible, y salvo excepciones puntuales, me gusta leer las ediciones íntegras o lo más fieles posible a la obra original.

      El verismo de Defoe implicaba un esfuerzo por incluir detalles reales, de cara a que el lector de entonces reconociera que lo que leía era del todo verosímil; este es para mí uno de los puntos fuertes del autor. Una de las cosas que más me atraen de leer ciertos clásicos literarios, aunque ni mucho menos sea la única (Italo Calvino dio, por lo demás, excelentes argumentos para recomendarlos) es que nos permiten viajar al pasado y ver con los ojos de otros tiempos y lugares. El verismo de Defoe sorprende a veces por su sensación de realidad, que no está tanto en el estilo de narración, como ocurre en el realismo del XIX o el naturalismo, sino en los detalles aportados. De todos modos, en sus mejores momentos, y en contra del tópico que pesa sobre él, Defoe me parece un gran narrador.

      Saludos, y gracias por tu perorata :)

      Eliminar
  3. Yo leí la novela en mi tierna adolescencia, en una edición juvenil, y nunca he vuelto sobre ella. Robinson Crusoe fue la novela que me enganchó al género de aventuras. Hoy en día concibo la aventura como una manera de conocerse a uno mismo al enfrentarse al entorno, un viaje interior y externo a la vez. Cuando lo leí me fascinó la tenacidad e ingenio del protagonista, su capacidad para sobreponerse a una situación tan adversa, su inmensa soledad. El episodio de los caníbales me resultó aterrador. Gracias por aportarme una visión más adulta y contextualizada de una obra, que sea en versión integral o abreviada, es un clásico absoluto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Suscribo todo lo que dices y te agradezco que cuentes tu experiencia con esta novela. Más aún cuando es la segunda vez que me dejas un comentario en un comentario mío sobre este libro. Como dije en otra entrada, siento que los que pasabais por aquí entonces tengáis que toparos con algunos libros otra vez, aunque haya variado un poco reseña.

      Me gusta y, como digo, coincido con tu visión de la aventura como un viaje a la vez exterior e interior, luchando tanto contra obstáculos físicos como barreras mentales o miedos que deben superarse.

      Un saludo.

      Eliminar
  4. Tendría que releerla, ya que solo me acuerdo del asunto general y prácticamente nada de los detalles. Pero sí recuerdo que entre esta obra y "La isla del tesoro" prefería claramente la segunda. Es más: "Robinson Crusoe" creo haberla leído una sola vez, o como mucho dos, mientras que "La isla del tesoro" la leí mucho tiempo, completa o por trozos, hasta bien entrada la adolescencia. Es posible que, tratándose de ambientes parecidos, Crusoe me pareciese, por su soledad e introspección, más "aburrido" que el formidable despliegue de la otra novela, donde además descubrí a la primera persona equívoca, ni buena ni completamente mala, que era Long John Silver: esa figura me fascinó.

    Así que probablemente sea verdad que cada libro es para una persona determinada. Hay muchas cosas que admirar en el carácter de Crusoe, pero tal vez su vena moralista me aleja un poco de él. Y creo que a la mayoría de los de mi edad nos pasaba lo mismo: son casi dos siglos de diferencia entre una obra y la otra, y eso se nota mucho (empezando por la manera de hablar, claro, que nos distancia).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Son dos novelas muy distintas, aunque las relacionemos por la aventura marina. Las dos son muy buenas, y aunque bien pueden contrastarse como haces, de modo subjetivo, creo que no tendría sentido otro tipo de comparación, o que esta sería injusta, ya que Robinson Crusoe tiene una importancia crucial en la historia de la literatura (su influencia cultural es enorme), y como dices las separan casi dos siglos.

      'La isla del tesoro' es igualmente una maravilla en la que Stevenson creó una historia de aprendizaje, un viaje de la infancia a la madurez alrededor del protagonista y ese personaje enigmático que recuerdas aquí, Long John Silver: todo a través de una aventura sin igual.

      En la lectura juvenil de Robinson Crusoe - como en el cómic que yo tuve, o a través de otras versiones adaptadas, como aquella magnífica colección juvenil de Bruguera que combinaba un texto abreviado con páginas de cómic en blanco y negro - ignorábamos la parte más moralista, o más bien nos quedábamos con lo fundamental de ella, pero ya solo la aventura en solitario de supervivencia era lo bastante sugestiva; la isla era un terreno virgen que explorar y luego dominar, como el niño que juega a construirse una empalizada. Luego uno lee la versión íntegra y todo gana un sentido acorde con un escritor de vena puritana de aquellos tiempos.

      En cualquier caso, como bien dices, hay libros para cada persona y a cada cual nos dicen más unas lecturas que otras.

      Gracias por el comentario.

      Eliminar