miércoles, 12 de junio de 2024

Shamela: la parodia de un best-seller

 

Samuel Richardson (izquierda) y Henry Fielding (derecha).

Como hemos comentado en la anterior entrada, sería difícil exagerar el fenómeno que supuso ‘Pamela’ en la sociedad de su tiempo. Si bien hacía algunos años que se había visto crecer el número de lectores en Inglaterra, siendo muy leídas las aventuras de Gulliver y de Robinson, ya comentadas aquí, el libro de Richardson fue el que de verdad impulsó al recién parido género novelístico. Gentes de toda índole se reunían para leer en voz alta las cartas de Pamela, que fueron vendiéndose por entregas, y hasta el clero la incluía en sus sermones dominicales. Pamela estaba en las conversaciones, en los descansos laborales y hasta en la sopa. Hay una famosa anécdota que ilustra todo esto: cuando al fin la protagonista contrae matrimonio con el señor B…, en cierto pueblo, los parroquianos tomaron por la fuerza la iglesia e hicieron tocar las campanas a rebato. El fenómeno también vio nacer el merchandising ligado a la literatura, pues se vendieron todo tipo de artilugios con ilustraciones de la novela. 

Pero, además, hay un hecho importante que no podemos pasar por alto cuando hablamos de aquel cambio de tendencia que favorecería el nacimiento de la novela inglesa. Tres años antes de la publicación de ‘Pamela’, el ministro Robert Walpole impuso el Theatrical Licensing Act, una ley de censura que obligaba a revisar cada obra de teatro que pretendía estrenarse en Londres y, por extensión, en el país. Cabe recordar que el género más popular hasta entonces había sido el teatro. Las libertades inglesas que trajo consigo la Restauración, tras el árido gobierno de los puritanos de Cromwell, habían propiciado que, desde finales del siglo anterior, muchas obras de teatro se permitieran atacar a determinadas figuras públicas, siendo Walpole la diana preferida de algunos autores teatrales. Pues bien,  cuando el viento cambió de dirección y el poderoso ministro instauró la censura en el género más popular, dramaturgos como Henry Fielding, vieron de pronto su carrera truncada. La consecuencia no imprevista de aquella pérdida de libertades es que el ‘Theatrical...’ funcionó indirectamente para apartar de la escena a nuevos escritores que vieron un mejor y más libre negocio en la novela, y así comienza la edad dorada de la 'literatura augusta'.


Otro ejemplo de la influencia de 'Pamela' y su merchandising. ¿De dónde creen que viene la moda de la 'pamela' como sombrero de mujer? Efectivamente, del sombrero de paja de la protagonista de la novela de Richardson.

La carrera novelística de Henry Fielding arranca precisamente a la sombra de Samuel Richardson. Pocos meses después de la publicación de ‘Pamela’, Fielding saca a la luz, de forma anónima, una parodia de aquella novela. ‘Shamela’ (1741) imita el estilo epistolar y exagera todo lo que, a ojos de Fielding, era vulgar y criticable en la innovación de Richardson. Para empezar, la trama: ¿es creíble la pobre Pamela en su defensa de la virtud, o es más bien una pícara advenediza que sabe aprovecharse de un aristócrata tonto? Una vez planteada esta duda, ya pueden imaginar ustedes cual es la respuesta de Fielding, que cambia de nombre a la protagonista – ‘Shamela’ juega con la palabra ‘shame’ – y recrea la novela de Richardson, eso sí, resumiendo bastante todos los sucesos de la trama. En un ejercicio que podríamos llamar, poniéndonos estupendos, superposición literaria, publica las ‘auténticas’ cartas de la protagonista, que no es sino una prostituta que se ríe del rol que ejerce, fingiendo lo que no es. 

El clasicista Fielding tampoco parecía contento con el estilo a pie de calle de Richardson, así como con el uso del tiempo presente para mayor inmersión del lector. Todo ello es exagerado en ‘Shamela’, llena de detalles que no eran pasados por alto por quien conociese la obra parodiada. Y aunque, desde la óptica del neoclasicismo, es comprensible el elitismo de Fielding, esta crítica estilística para mí ha envejecido peor: el tiempo dio la razón a Richardson y a las posibilidades del formato epistolar. Veo más acertado el señalamiento que realiza Fielding de la hipocresía de los moralistas que, criticando las obras licenciosas, devoraban ‘Pamela’ y disfrutaban secretamente de sus escenas ligeramente subidas de tono. ¿Cómo era posible que tantos sacerdotes estuvieran recomendando esa obra? – se preguntaba un divertido Fielding que, al no ser puritano, no tenía tanto reparo en dejar constancia de las aventuras amorosas de sus personajes. El clérigo de ‘Pamela’, así como la doctrina metodista de la gracia, salen escaldadas en la parodia.

No me extiendo más. ‘Shamela’ es una novela corta que apenas sobrepasa las cien páginas; divertida y solo recomendable para quien haya leído la obra original de Richardson, pues, al depender tanto de esta, no merece la pena como lectura independiente. No hace falta decir que no vale lo que la novela original a la que parodia, pero tampoco, ni mucho menos, está a la altura de lo que hará Henry Fielding poco después, también con la obra de Richardson en mente. Tuvo en su momento tres rápidas ediciones y pronto se desveló quién estaba detrás de la publicación anónima. Richardson jamás se lo perdonó a Fielding. Nace aquí una rivalidad literaria que se volvería frecuente en escritores contemporáneos, que no se ahorrarían pullas y referencias cruzadas. 

Henry Fielding, Apología de la vida de la señora Shamela Andrews. Edición de Rafael Martínez Moreno. Uma Editorial, Universidad de Málaga, 2018. Obra original publicada en 1741.

Pamela, librito encantador, sigue adelante; haz frente al mundo, en el que no encontrarás nada que se te parezca. Qué felicidad para la humanidad si se quemaran todos los libros y no pudiéramos hacer nada, excepto leerte todo el día y soñar contigo toda la noche (...) Este libro perdurará hasta la Edad de los Patriarcas y, como ellos, continuará a partir de ahora su benéfica obra durante muchos cientos de años entre las próximas generaciones... En cuanto lo hayáis leído cinco o seis veces (lo que probablemente podréis hacer en una semana), os pido que se lo entreguéis a mi pequeña ahijada como obsequio mío, pues va a ser la única educación que pretendemos dar a nuestras hijas de ahora en adelante. Os ruego también que permitáis a las doncellas a vuestro servicio que lo lean, o bien que vos se lo leáis a ellas. Tanto vos como los clérigos que conozcáis deberán adquirirlo de los libreros para el púlpito en cuanto se publique la cuarta edición.

4 comentarios:

  1. No tenía ni idea sobre este señor, su circunstancia ni su obra. De hecho, el otro día leí la primera parte de esta entrada y me quedé sin saber que decir; admirado, como siempre por lo bien organizada que tienes tu estructura narrativa y el dominio sobre el tema. Es lo bueno de las entradas tuyas: da igual si se conoce o no el tema, siempre se aprende y se disfruta.

    Hace mucho tiempo que no leo literatura de esta época, pero me he quedado con el runrún. Igual me pongo con este señor. Curioso lo de la pamela, quién lo iba a decir.

    Saludos mil

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    1. Gracias por tus palabras, Rick. Me alegro de que te hayan gustado estas entradas. El siglo XVIII tiene muchas obras que hoy pueden disfrutarse, y que podría recomendar con los ojos cerrados a mucha gente. Y no hablemos ya del gusto que da descubrir a veces en ellas el origen de tantas influencias posteriores. Como escribió Italo Calvino, esa es una de las virtudes de los clásicos.

      Esta obra de Richardson no se la recomendaría a todo el mundo, más que nada por sus dimensiones, pero deseo que la disfrutes, si un día te acercas a ella. Aunque, a ti en particular, creo que también te gustaría el mencionado Henry Fielding, por su estilo literario y su humor. Por ejemplo, te recomendaría atacarle con ''Jonathan Wild'', que comentaré en el blog.

      Saludos.

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  2. Conocía esta obra, como supondrás, pero no sabía que en su momento fue tal fenómeno de masas. Me ha recordado a Harry Potter, con su merchandising y todo. Si es que en verdad no hay nada nuevo bajo el sol.

    También es muy interesante lo que comentas sobre el fortalecimiento de la novela a partir del declive del teatro como género literario más popular. No hay mal que por bien no venga, como se suele decir.

    Me pregunto si hoy día podría darse un fenómeno semejante a este. Porque ejemplos de novelas que parodian un género, o elementos de un género novelesco, sí ha habido en la historia de la literatura, claro. Pero no imagino a un autor parodiando a otro, como en este caso de Pamela-Shamela, así, ridiculizando con todo descaro la creación de otro. Seguramente supondría alguna ilegalidad respecto a los derechos de autor, se consideraría plagio, o algo semejante. Aquellos eran tiempos tiempos anteriores a la propiedad intelectual.

    En fin, como te ha dicho Rick, otra entrada admirable por su estructura y su contenido.

    Saludos!

    PD: después de dejarte el comentario anterior me di cuenta de que no te habías mudado, sino que simplemente habías cambiado la plantilla, como me aclaras en tu respuesta. Creo, por cierto, que con esta plantilla se lee el texto más cómodamente, porque las líneas son más cortas.

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    1. Hola, Ángeles. 'Pamela' fue todo un hito y, al parecer, 'Clarissa', del mismo autor, lo fue más. Yo también tengo que agradecer ese debilitamiento del teatro en favor de la novela, en la Inglaterra de entonces.

      Desde nuestra mentalidad actual, en la que concedemos derechos de autor tanto legales como morales, sí que chocan aquellos usos, que ahora veríamos con tan malos ojos. Ejemplos había muchos, como sabes, y aquí en España uno de los más célebres fue la continuación del Quijote por Avellaneda, un siglo antes, que espoleó a Cervantes para publicar su segunda parte de la historia.

      Menos conocido, pero también elocuente, fue lo que ocurrió con el género gótico en Inglaterra bastantes décadas después de Richardson y Fielding. Quizá no tenga la altura literaria de los escritores mencionados aquí, pero una de mis autoras más queridas, la tímida Ann Radcliffe, tuvo que sufrir las consecuencias de la fama y la moda que impusieron sus obras, y es que vio aparecer publicadas por doquier noveluchas góticas de autores que firmaban haciéndose pasar por ella, o por una versión del todo a cien de ella. Se dice que fue una de las razones, entre otras, de su misteriosa desaparición de la literatura, gestando todo tipo de leyendas.

      Me alegro de que sea lea mejor con el nuevo formato. Gracias por comentar.

      Un saludo.

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